LXIII Edición: Temporada de lluvias

Author: Zaforatsel

Nadando hacia Turcos y Caicos

Conozco de algunos deportes. Ascender a una cima sin agua ni bloqueador solar, dos, tres mil metros de altura, sólo por el placer de hacerlo. O correr en círculo por el parque hasta cumplir la hora y que le sigan cien flexiones, intervalos de plancha de pecho, brincos con un solo pie y movimientos de tijera. Subir una montaña, sin detenerse, hasta que las piedras sean tan filosas que traspasen la suela. Ir de cero a cien en menos de 10 segundos. Nadar a brazo limpio hasta las islas de los Turcos y Caicos […] Leer

El inicio y el fin

Me sentaba en la sala de conciertos con una liberta mientras duraba el programa. Anotaba cualquier palabra para iniciar una frase. Así es como siempre he escrito los textos cortos. No sé cuál será su estructura, pero escribo y ya después modifico el principio o lo borro del todo. Es como un calentamiento, se tira una línea, luego otra. Se conectan las ideas. Escribir tal vez hace que cuando me siento en una banca de un parque resulte más atractivo para algunas personas que pasen a un lado. Hay veces que la primera frase si es buena […] Leer

Bolero para un revolú

Yo fingía que bailaba bien, era un tema de creérselo. Ella se daba cuenta, pero podía ignorarlo porque quería estar ahí. Además, parecía que el DJ no quería aflojar el ritmo. Él andaba preparando comida en la estufa y cada ciertos segundos giraba a la computadora, hacía un cambio y regresaba a la sartén. –Cánsense para que coman más.— No iba a ligar ese día así que no le importaba lo que sucediera en la pista. Estaba mezclando la música a su propio capricho, de acuerdo con la lista que él quería escuchar. No lo hacía mal, pero yo quería descansar […] Leer

Los carros no pueden andar

La calle está vacía; los carros no pueden andar. Los motores todavía prenden y se vende gasolina, pero cerraron todos los sitios a los que uno puede ir. Dejaron la acción de echar llave a la puerta de la casa y moverse por la ciudad sin un sentido porque sólo caminar por el hecho de hacerlo es difícil sin un estímulo. Yo lo hacía con un libro en mano y a veces los automóviles se tenían que frenar en seco porque no veía la calle. Así se mueren los distraídos y los lectores, por eso no se debe leer novelas en la calle, es demasiado enganche. Leer

El editor y el exotismo

Qué te gusta lo exótico, lo que no entiendes, lo que te parece atractivo a simple vista. Pues sí, colocarse una pulserita en el brazo es un gesto exótico pero no le hace daño a nadie. Sentir el rozar del tejido con la piel es como vivir en Tahití cuando uno sólo utiliza camisas hasta la muñeca. A veces uno se arrima las mangas y de repente la piel se estrella contra alguna piedra o se moja, pero, ¿de ahí a enamorarse de lo exótico? Pues no, si cuando uno se toma el café como en otros lados del mundo, concentrado y sin azúcar […] Leer

Entre santos peregrinos

Entre los peregrinos hay bastantes santos, pero en verdad hay de todo. Uno de ellos escondía piedras en la bolsa del pantalón que aventaba a sus pares cuando iban de bajada por la barranca. Así no les parecería tan fácil el camino, aumentaba la dificultad y de paso hacía que todos ganáramos un descanso en lo que se esperaba la atención médica de los caídos. También había uno que guardaba mosquitos en una botella de plástico y la abría cuando estábamos sentados. Sólo como motivación para seguir caminando. Leer

El jardín de los plátanos

Te tomaba de los brazos y te decía –bailemos— pero tú insistías en decir que me querías contar la historia de las matas de plátano. Qué no son de aquí —señalabas— qué deberíamos cortarlas todas, qué eran una especie invasora y que sus flores coloreaban de lila las montañas. Yo insistía en que hacía bastante calor y que la manera de atenderlo era moviéndose más, calentándonos hasta alcanzar la temperatura ambiente, pero no. Tú decías qué las flores del plátano no te gustaban, que salían, y si no se cortaban a tiempo […] Leer

El reloj de techo sobre el andén

¿En dónde empieza el romanticismo? ¿Por un paseo en el parque y una taza de café? Más bien es un poco antes, o en el trayecto. Hay poetas de una noche y novelistas de una década. El romanticismo es una obra literaria.
A mí me citaban a las 10 de la mañana de un sábado, debajo del reloj en el andén del tren subterráneo. Llegaba puntual, caminaba un poco más lento los últimos metros con la intención de que se fuera secando el sudor de la espalda. Una marca de humedad […] Leer

El cerro detrás del pabellón

Es que me da miedo caminar por la calle y que no me importe si la acera se acaba o continua por donde pasan los coches. Rara vez he cruzado una calle sin voltear hacia los dos lados, eso es que me da miedo, cruzar sin zapatos, ver el cerro que está enfrente, o más bien, la sierra y subir hasta algún punto –que no a la cima— y quedarme ahí unas horas. Temor porque sea una caminata hacia ningún sitio, más bien sólo un recorrido hasta un punto cualquiera en el que me siente en el piso. Leer

La tumba de piedra

A los treinta minutos de que nos subimos al coche, el conductor empezó a reclamarnos. Repetía su pregunta varias veces, ¿para qué? Decía que era un muerto más, que él le conocía sus verdades y que nos recomendaría un par de programas de televisión para que nos enteráramos también. No había razón para hacer tanto movimiento –insistía— pero la verdad no tenía por qué importarle, no nos llevaba de manera voluntaria. Había pedido una cantidad considerable de dinero para hacer el viaje, pernoctar en la ciudad y regresarnos al día siguiente. Por nosotros nos hubiéramos ido caminando, pero ya no había tiempo. Leer