LXIII Edición: Temporada de lluvias

Category: LVIII Edición

Idiosincrasia de los amigos

Los espectadores continuaban con sus aplausos para la pareja de Karen y Ricardo (campeones mundiales de salsa) desde sus butacas, mientras Don Francisco, sobre el clamor de los presentes introducía al escritor Belerio Fontes. 
Belerio apareció en el escenario acompañado de una rubia mas alta que él, que caminó a su lado deteniéndose a unos cuantos metros del host.
-¡Y aquí lo tienen, publico querido!– exclamó Don Francisco y la audiencia enloqueció.
Belerio sorprendido por el vitoreo […] Leer

Mazatlán

Voy sentado en las piernas de mi madre. Le pido que corra el vidrio de la ventanilla y veo cómo el río de mi pueblo se abre y se vuelve olas ante el paso del autobús; al fondo diviso su cauce curvo de arena, agua y piedras. Salimos del vado, subimos la cuesta y las casas y la iglesia se van haciendo cada vez más pequeñas hasta perderse entre las lomas; los golpes del aire me agradan y mis ojos descubren la carretera de asfalto con su línea fragmentada en el medio; la recorro hasta donde se pierde. ¿La carretera la hizo Dios, amá? No, mijo, […] Leer

¿Subir es crecer?

No entiendo lo que implica avanzar en ascendente, menos cuando bastos individuos se apropian del verbo “Crecer”.
Crescere, será entonces contrario a fallecer; un decrecer, que suscita las más fantasiosas y ambiciosas caídas. He ahí, unos cuantos seres humanos que perviven de abajo hacia arriba, porque al revés no hay grandes tragedias. Sólo aquellos que envidian tal brillo para, ciertamente, arrebatarles su crescere.
Digamos para ellos, que “ir delante de”, de acuerdo a variables […] Leer

El cantar del pájaro fantasma

Hace ya algún tiempo, no mucho, me habían contado una pequeña leyenda de un niño guaraní que se perdió en la selva mientras cazaba pájaros con sus amigos, casi acabando la tardecita. Al llegar el anochecer comenzó a preocuparse. Por lo que trepó a la rama más elevada del árbol más alto que encontró, sin darse cuenta -debido a su inexperiencia– que se encontraba demasiado seco y frágil para subirse, y desde allí comenzó a llamar a su familia. En algún punto empezó a angustiarse y lloró. Leer

El aroma de la muerte

El olor a putrefacción que impregnaba la atmósfera me robó el sueño; incapaz de dormir, tuve que levantarme de la cama para simular que el aroma de la muerte no retrasaba mis pasos, el hálito de la descomposición del alma que abandona su forma. La tragedia que tuvo lugar destruyó todo a su paso. Sabía que existían cadáveres bajo las ruinas, pero todos allí, incluyéndome, pretendíamos que la vida continuaba sobre las migajas que dejó el huracán. Fui testigo del momento, víctima del terror, vi cómo la catástrofe llegó a nuestra villa para robarnos la fe. Leer