Author: Febronio Zatarain
El mar
XXXVII (Temática: Costas y mares)La tarde que conocí el mar le pregunté a mi madre si nos podíamos llevar un pedazo al pueblo. No es necesario, me respondió, ya Dios nos puso un trocito en los ojos, por eso las lágrimas son saladas.
La vida: un sueño del mar.
No hay Paraíso, no hay Dios. El mar eterno es la Muerte: todo desemboca en él. Soñé un mar celeste con farallones y médanos en las orillas. Al fondo había una cordillera con picos de metrópoli. Salí del agua, tomé un callejón y mientras miraba puertas y postigos de madera […]
Casas en el cielo
XXXV Edición (Temática: Autobiografías)Hasta muy grande creí que me había traído la cigüeña; no de París, sino del Cielo donde vivíamos todos antes de nacer. Una vez le pregunté a mi madre que cómo era el Cielo; me dijo que era un llano muy verde bordeado por un río donde había muchas vacas, chivos y cochis. Yo me imaginaba a las vacas y a los chivos pastando, y a los cochis revolcándose en los lodazales del río. Allá, mijo, nadie sufre hambre y cada quien come lo que quiere. A mí no me gustaban los huevos ni la avena y me decía: allá siempre desayunaré hígado o chorizo […]
Dos canales de res
XXXIV EdiciónCuando dejo de seguirme
se me entume la espalda
y mis piernas se vuelven lechones
Me dejo embaucar por una
porque extraño dormir
con las patitas calientes
Nos engarruñamos
y el resultado es un canal de vaca vivo
con ojos nariz y boca
que diserta sobre sí
con certidumbre
–
Cuando nos montamos en la cama
aunque la sábana esté bien tendida
Junto contigo le doy un aplauso
XXXI Edición (Temática: Boleros)Junto contigo le doy un aplauso
al placer y al amor
Estás sin mí
dichosa
y me repatea
Las llevas todas de ganar
tú a la mitad de tus treintas
yo a la mitad de mis cincuentas
Te perdí
debo resignarme
Aquí estamos
XXVIII EdiciónAquí estamos
el uno encima del otro
Nuestras cobardías nos encuban
nos distancian de la maleta abierta en el sillón
y vuelven a la ventana una pintura plana y bipolar
El Señor de los Temblores
XXV Edición (Temática: Peregrinaciones)Los feligreses hacen cola
los diáconos les reciben las bolsas y canastas llenas de ñupchus
que caen como lluvia sobre el Señor de los Temblores
La tierra es frágil
En Cusco la lumbre entró a su catedral y la ardió
Lo único que brilló fue el Cristo
quien nos devolvió la esperanza con su negra luz
Desde entonces el canto y el llanto quechua son una faena para Ti
Señor de los Temblores
Nuestro pueblo es […]
Ya no creo en nada ni en la flor
XXIII Edición (Temática: Flores)Ya no creo en nada ni en la flor
para mí la luna es un lugar
Soy lo que siento
y soy tristeza
refulge en mis uñas
como luciérnagas
El único consuelo de mi tristeza
es ella misma
camina por el apartamento
El único consuelo de mi tristeza
es ella misma
camina por el apartamento
garba
dolorosa
No le pude decir nada nada
XXI Edición (Temática: Romanticismo)No le pude decir nada nada
solamente pensé en la maldad
Viste que me caía
y me dejaste
te fuiste haciendo pequeña
allá
en la nube
Yo caía
caía
cerré los ojos
y me entregué
a ese atemorizado goce
de la infancia
en la rueda
[…]
El Lenchito
XVII Edición (Temática: Patologías de la mente)El Lenchito era dos años mayor que yo, su abuela Luisa y mi madre eran buenas amigas. Él tenía la virtud de reproducir los ruidos que hacían los perros no sólo al ladrar, sino también en el retozo o cuando estaban echados. Además, ronroneaba como los gatos y reproducía el piar de las cocochitas y las palomas. Cuando jugábamos, de su boca salía el trote de los caballos y el correr del agua si se nos atravesaba un río. Un día llegó el Circo Osorio y mientras algunos trabajadores levantaban la carpa de dos pistas […]
Juanito
XV Edición (Temática: Rituales funerarios)Un día estábamos en el río, en La Higuera, tres días después de una crecida. Yo chapaleaba en las aguas de la orilla cuando de repente un hermano mayor no ubicó a su hermano menor. Juanito, dónde está Juanito, gritaba. Todos dejamos de movernos. Al rato se vio una manita y una cabecita que emergía y se zambullía en el medio del río. Todos los muchachos que sabían nadar se lanzaron a las aguas en calma y entre cuatro llevaron a Juan al paredón. Nadie sabía qué hacer; el más fuerte lo cargó a lomo y se perdió en la pendiente. Los demás nos fuimos detrás de él.