LXIII Edición: Temporada de lluvias

Chapopote

Se llenaron las llantas de chapopote y eso que el señor que traía la bandera me dijo que pasara rápido, que ya se podía y que dejara de detener el tráfico. El camino se veía destrozado pero lo dijo con seguridad y con un radio en la mano. La verdad, mejor nos hubiera dicho que nos esperáramos hasta mañana, así como quedaron las llantas después de dos kilómetros de andar sobre asfalto fresco iba a ser más fácil no pasar, dejar el carro ahí parado y caminar. Aún así el señor nos dio el paso y le aceleré. El de adelante ha de haber quedado peor, ése iba al doble de velocidad y rebasó por el carril recién arreglado. Le ha de haber tomado unas seis horas quitar toda la plasta negra con grava y tierra de encima de los rines, si a mí me llevó tres y él iba al doble, ha de ser proporcional. Aunque no fue el peor, hubo otro carro que quiso pasarnos a todos a setenta kilómetros por hora y se quedó atorado en el asfalto. Ni como ayudarle, tenía unos 20 centímetros de chapopote en cada flanco. Vuelvo a preguntar, ¿para qué nos dejaron pasar? Por mí le daba la vuelta entera al cerro con tal de no limpiar las llantas, pero el que tenía la bandera dijo que sí, que sin problema, al fin que ya llevaban unas horas de retraso y volver a rellenar los agujeros del chapopote fresco removido por nosotros sólo les iba a quitar tres o cuatro horas más. Tal vez así les pagaban un día extra, lo podían justificar con que ese material que les habían mandado era de mala calidad. Supongo que tenían razón, si con una espátula y solvente lo despegué de las llantas, con las primeras tres lluvias del verano se desbarataría la carretera. El que compra mal, paga doble, ni modo. Ellos no hicieron el contrato, sólo los mandaron con la pala a mover la mezcla y les dijeron que colocaran conos anaranjados como protección y aviso en la separación de carriles. Ellos hacían su trabajo, lo demás era cuestión del material negro y viscoso. Debería secar en diez minutos, pero a éste le llevaba seis horas. Mientras pegue y se viera parejo, el trabajo quedaba hecho. Además, quién iba a esperar a que secara bien. Había fila en ambas direcciones de la carretera, le gritaban al de la bandera y, a su vez, él gritaba por la radio. La mayoría de los carros se querían pasar pero –insisto— mejor nos hubieran echado de vuelta. Recorrer diez kilómetros más de desvío, ir hasta al otro pueblo, bajar por su carretera, negociar con ellos el paso y demorar dos horas más, pero al menos con llantas limpias. Tampoco tenía suficiente información de lo que estaba pasando como para rebelarme a la mayoría, así como que contestatario sin argumento y sólo por querer atravesar la carretera rápido, no era mi plan para ese día. Decidí esperar, tampoco iba a agarrar la brecha de terracería que atraviesa a un lado. Suelo buscar algún sendero asfaltado, aunque las ruedas puedan ir por cualquier lado, no pasa lo mismo con las suspensiones. Y ese día, voluntariamente junto con los demás autos, nos fuimos por el peor. Ya ni sé qué hice el resto de la tarde, sólo que el carro olía a petróleo quemado y que ilusamente pensé que en un autolavado lo quitarían con la manguera a presión. Insistí al que tenía el chorro del agua a que le diera con todo a los hules, sin tregua, ya otro día continuaría con mis diligencias. La verdad que la persona sí le talló un buen rato, algo se le cayó a las llantas, pero todavía les quedaron dos centímetros de pavimento. Me dijo que anduviera más tiempo el carro y que el chapopote se iría desprendiendo a lo largo de las calles del pueblo. A lo mejor y con tiempo terminaba de tapar también otros agujeros. A repartir por todos lados petróleo. ¿Qué tanto no puede moverse con la rodada de una llanta? Podríamos probar con otros materiales, echar estiércol, lodos activados o basura de la suave. Algo más oloroso que distribuyan las llantas por el camino y darle de paso una limpieza al mundo con un poco de sus propios deshechos.

Créditos de la imagen: Wikimedia Commons, https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Arranca_la_mayor_operaci%C3%B3n_asfalto_de_la_historia_de_Madrid_11.jpg

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