Author: Colombiche
Se fue el campo, qué pesar
XLV EdiciónGritando pasaba el señor Horacio todos los días justo después del amanecer con su leche recién ordeñada. Tenía un pequeño lote con cinco vacas. Él, junto con la señora Rosa, eran los únicos campesinos que quedaban en el sector, rodeados ya de edificios: una avenida que le pasaba por el frente al señor Horacio y que doblaba por donde la señora Rosa, un centro comercial, una escuela que llenaba de ruido la zona a la hora de la salida más que de la entrada, un vendedor ambulante que ofrecía desayunos desde las 5 de la mañana […]
Vida soñada
XLII Edición (Temática: Ciudad y peatones)Todos los días, de lunes a viernes, Ricardo se levanta temprano, a eso de las cinco de la mañana, para hacer el desayuno, preparar a su hija de siete años para ir al colegio, alistar sus materiales, tal vez trabajar un poco en casa, llevar a la niña a estudiar, bañarse con agua fría y salir a su sitio de trabajo.
Tiene 27 años y nunca ha tenido un empleo formal pero tampoco le ha faltado la comida. Vive en un pequeño cuarto al sur de Bogotá que dividió con una tabla para darle a la niña privacidad.
La delgada línea
XXXIV EdiciónEran pasadas las dos de la mañana y Laura y yo andábamos por la tercera fiesta. Empezamos en un bar que se tornó aburrido. Allí nos encontramos con dos amigas que nos invitaron a su casa pero descubrimos que su intención era sumar gente a una propuesta de orgía. Salimos corriendo de allí para terminar en la fiesta de la casa de alguien que nunca supe quién era. Como todos los sitios anteriores el ambiente era cualquier cosa menos divertido. Estaba tarde y ya los presentes se encontraban medio ebrios y sin energía o un poco drogados.
Nubes sobre el Wayna Pichu
XXXII EdiciónRecorría sola el Machu Pichu y por casualidad se enteró de que, por la hora, siendo aún muy temprano, podía subir una montaña más alta que reposa al lado, el Wayna Pichu, menos visitado. […] Marta empezó a caminar, no sabía qué tan largo iba a ser el recorrido. Las escaleras de subida eran desiguales y pequeñas, debía tener cuidado. Pensaba en Antonio y en cuánto le hubiera gustado que estuviera allí con ella. Seguro iría callado, pero su presencia era suficiente, antes de que dijera una palabra ya se sentiría feliz.
Cinco años son una vida
XXVIII EdiciónJulián cree tener once años. No se está quieto. Sus ojos bailan de un lado a otro, se va, vuelve, recorre su esquina una y otra vez, lo mira todo en la calle, pero le toca estirarse para poder ver mejor, silba, sonríe, por fin se sienta pegado a mí y me mira a los ojos. Le pregunto por su vida y sin reparar en su lenguaje –o sus metidas de pata— me lo cuenta sin filtro. Se dedica al negocio de la seguridad –me dice—cuida carros, traduzco yo. Disciplinado llega todos los días a la misma hora. Trabaja desde las nueve de la mañana en una calle muy comercial de Bogotá, en la esquina de la calle 72 con 15 al frente de una papelería grande y con mucho negocio. Un visionario.Es pequeño, más bien parece de ocho. No se quita de encima una mochila que lleva en la espalda con todas sus pertenencias: un pantalón que se turna con el que lleva puesto […]