LXIII Edición: Temporada de lluvias

La putrefacta

Europa, la que masacró a los CÁTAROS. El 2 de marzo de 1244, en Montségur, más de doscientos de ellos fueron quemados, antes y después de éste acto salvaje, había hecho el genocidio de miles de albigenses, después de 25 años de perseguirlos hasta exterminarlos.

Europa, la que quemó vivo a Giordano Bruno, el 17 de febrero de 1600.

Europa, la de los portugueses, belgas, holandeses, bárbaros mercaderes de personas, esclavistas que a penas hace siglo y medio abolieron la esclavitud.

Europa, la que negó a Epicuro.

Europa, la que encerró en manicomios y cárceles a Hörderlin, a Oscar Wilde, a Robert Walser. Que asesinó a Federico García Lorca.

En los siglos 18 y 19, se formaron hombres y mujeres críticos, seculares, transgresores, poetas y librepensadores. En sus guerras regionales del siglo 20, que ellos llamaron mundiales porque querían hacernos responsables a todos, en esas guerras fratricidas, sangrientas; ese continente prometedor acribilló, masacró y asesinó a miles de jóvenes.

Violó a la mujer, la denigró; esa Europa, la conquistadora, la imperial, la esclavista, la usurpadora de inventos, la copiadora de mitos, la mentirosa, la pirata, la corsaria, la frívola Europa; la del Congo Belga, la de Argelia la francesa, la de Eritrea italiana.

Esa Europa que se inventó a la iglesia católica, que se fue con su cruz y su espada, y con su inquisición a perseguir y a torturar hombres y mujeres, que a ellas las llamó brujas, que las quemó vivas.

La Europa decadente que hace pruebas nucleares en el atolón de Mururoa, la Europa que mata a Olof Palme, ese decente pensador sueco, asesinado cobardemente mientras caminaba por una calle de Estocolmo a lado de su compañera.

Europa la que encarcela la libertad de expresión, que tiene entre barrotes a Julian Assange.

Esa Europa que experimentó todos sus fármacos en la bella África, que se robó y se roba a África; esa Europa que se robó y se roba a América Latina.

Hoy tiene las calles y los suburbios de sus grandes ciudades decadentes, llenas de africanos. ¿Qué van a hacer con ellos? ¿Cómo les van a pagar lo que les deben?

Créditos de la imagen: Saturno devorando a los hijos de Francisco Goya [1819-1823]

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