LXIII Edición: Temporada de lluvias

De eros, el resplandor

LUNA LLENA – Redonda, aperlada y reluciente me dice que me deje conquistar pero no veo a alguien que quiera venir a mí. Redonda, aperlada y reluciente me dice que me deje amar pero no tengo a alguien que a mi lado esté y quiera darme su cariño. Redonda, aperlada y reluciente está la Luna Llena pero también está loca porque a mi lado nadie hay, que me quiera amar. Te haré caso Luna Loca… mientras alguien llega, abriendo mi ventana tomaré un baño de tus rayos de Luna Llena.

CALOR SIN MAGIA – Eran las diez de la noche, hacía calor y el pijama colgado me invitaba a vestirme con sólo una sábana. Las cobijas eran un insulto a la armonía no sólo del amor, también de la soledad ¿Quién encontraría mi cuerpo, fresco y despierto? ¡Nadie!

MAGIAS – Te vi y tú me miraste en la vía del devenir, yo miraba tu bastón, tu cojear que parecía ¿angustioso?; tú, al llegar junto a mí preguntaste: ¿Te gusta mi bastón? Pregunté: ¿Qué te pasó? respondiste: Así nací. Me invitaste un café. ¿Miradas mágicas?

VARITA MÁGICA – No tengo varita mágica, no conozco varita alguna que tenga poderes, pero sí conozco una vara no tan delgadita, tiene un tapón en una punta y en la otra una curva para apoyar la mano. Es un bastón, un bastón que ordenó que en mí se produjera el amor ¡Fue mágico ese bastón!

LLUVIA – Caminando por el centro de la ciudad íbamos platicando naderías; el cielo comenzó a soltar gotitas, mágicas gotitas que nos hicieron refugiar en lo reducido de un zaguán; estábamos tan juntos que los labios comenzaron a besar.

PINTOR – Ni tú ni yo vimos al pintor, pero de repente ahí estaba su obra exquisita; eran siete trazos sublimes en arcos perfectos; todos del mismo tamaño, adornando esa parte de los cielos. Rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo y morado.

LUNA MENGUANTE

¿Quién se estará comiendo a la Luna? Hace días estaba redonda y sensual, ahora sólo un arco esponjoso se le mira. Ya sé quién se la come, ya sé quién la mordisquea… son los besos-mordidita que los enamorados mutuamente nos ensalivamos.

ESCRITURA – Primero se sueña en solitario; después se planea en pareja; luego se constituye con palabras de la humanidad; en seguida se instituye con bendición del Poder Superior y finalmente, día a día se construyen, ladrillito a ladrillito, interminables bardas cotidianas llamadas hogar.

LUNA CRECIENTE – Así como la Luna se engrandece y se torna redonda y luminosa, así tu boca en mi cuerpo me pervierte, primero fue un beso, luego muchos más; después una lengua acariciante y luego toda una cascada de humedad. Así como la Luna crece y crece, así tu libidinosidad me satisface, me engrandece y llena de armonías a mi calenturienta mente.

SEGUNDO, TERCERO Y CUARTO PASOS – Ya soñamos, tú por tu lado y yo por el mío; ya planeamos como lo que somos, novios en pareja; ya firmamos nuestra Acta Matrimonial y dentro de ocho días estaremos en la presencia del Altísimo, jurando nuestro amor. 

LUNA NUEVA – La Luna no nos mira, la Luna no nos localiza; la calle está tétrica y sombría pero llena de calor. No me miras, no te miro, sólo caminamos juntos… se oyen mis tacones en compás chacualeando la banqueta. Se oyen tus pasos y acompañando esa música se oye el tan-tán de tu bastón. Tu mano derecha acaba de chocar con mi mano izquierda y aprovechaste la oportunidad para tomarla con suavidad. Me vas acariciando la mano mientras yo suspiro. Ahora me sueltas y pasas tu brazo por mi espalda, tomas mi hombro derecho; me juntas a tu cuerpo y con todo tu temblor, elevas mi barbilla y juntas tus labios en los míos. La Luna no nos mira porque no está… ya llegamos al árbol viejo, este que se llama sauce llorón, este que tiene sus ramas llenas de hojas que casi llegan al suelo; me guías hacia dentro del follaje, me recargas en el tronco y buscas mi cuello para besarlo; me respiras en el oído y me vuelves oferente, me provocas las ganas de a ti regalarme, y así comienza la gran elevación hacia la aventura de los cuerpos, bajo el follaje y en la oscuridad de una noche cuya Luna se escapó.

Mi rubor no está, creo que la Luna se lo entregó a Eros ¿Y el tuyo? ¿Dónde está tu rubor? ¿Dónde dejé el rubor que me acompaña cuando tú me mirabas con deseo? Le regalé mi rubor a Eros ¿Será Luna quien me lo traerá de regreso?

LUNA – Como algodón se miraba, a las ocho de la mañana, esa Luna Llena que rayos enviaba y por la ventana se metían pidiéndome que con ellos me bañara. Le hice caso, me desvestí y te desvestí, y bajo rayos de Luna, tú en mí y yo en ti.

RESPLANDOR – Estoy por ti abrazada te acuno; tienes tu boca en la mía y la mueves despacito como yo lo hago también; siento tu torso en mi pecho. Tus ojos están cerrados, los míos cerrados están también, y de repente se enchina mi cuerpo, se encoge, en ti se mimetiza y con los ojos cerrados… miramos el resplandor.

MI PECHO – Soñadora, tu mirada, en mis ojos se posaba fue bajando su ángulo, en mi cuello se paseaba cuando llegó a mi pecho, el uno y el otro monte fueron acariciados por tu mirada… se enchinaron y se hicieron evidentes los amores oferentes, ahí fue que te quedaste mirando insistentemente.          

DESEO MATINAL – El parque estaba cubierto del rocío matinal, en la vereda nos ejercitábamos; me hiciste descansar. Los corazones saltaban, la respiración era entrecortada;  tu mano, esa amada entremetida, me tomó por la cintura  me hizo acostar en el pasto que junto a la vereda había.  Ahí, puse a jugar a mi feminidad.

HABITACIÓN ABANDONADA – Toda la casa estaba invadida por decenas de invitados en un recoveco te miré; captando toda esa alegría quisimos estar solitos,  encontramos un lugar que nadie visitaba.  ¡Qué tristeza y qué alegría!: Ahí me hiciste tuya ¡qué alegría!  ¡Qué tristeza, la biblioteca, era la que estaba solitaria! ¡Qué alegría, encontramos una habitación sola! ¡Qué tristeza, a nadie interesa la literatura!

ME PALPITA – ¿Qué es lo que me palpita?  Cuando estoy a tu lado o simplemente te pienso se me llena de rubor la vida  ¿Sabes qué es lo que más me palpita?

LA GLORIA – Manos calientes las tuyas y las mías acariciando tu piel te  provocan; sonrisas elevan hasta la gloria de tu libido y la mía.

AL PRINCIPIO, FUE EL AMOR – Sin amor, la sensualidad se convierte en sexo eso es sólo deshecho, el amor eleva al pináculo de la sensualidad; aquí es donde vivo, aquí es donde mi vida se convirtió en cielo porque te regalo mi estrella y a tu lucero acaricio.

LIBIDO – Es una vereda plagada de maravillas: Flores, pájaros cantores, aromas a floresta. La recorremos con cuerpos oferentes. El camino hacia el éxtasis tiene un tiempo, ahora grandioso, después pequeñito y al llegar a un punto brillante el tiempo estalla en libido.

Créditos de la imagen: Pixabay, https://pixabay.com/photos/background-cloth-table-sheet-fold-96244/

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