LXIII Edición: Temporada de lluvias

El calor se expande implacable; se infiltra en el aire, espeso y denso, como una nube piroclástica que oprime mis pulmones y adormece mi mente. El sudor se desliza por mi piel, mezclándose con el ansia creativa que lucha por abrirse paso ante el letargo calorífico. Entre abanicos y vasos de agua, me enfrento a la tarea de darle forma a los pensamientos en medio de una onda de calor inclemente; tal como los alquimistas, que, por medio de la utilización del calor, buscaron la transmutación de los metales básicos en metales preciosos […]
Sentada, pausada y planificando – ¿Qué pasará después?- La ansiedad me persigué, pensé que era un don poder decir a mi cerebo en la noche, antes de dormir, la hora a la tenía que levatarme al día siguiente. Siempre logro levanterme 15 minutos o media hora antes que el despertador siquiera suene. Eso no es un don, es ansiedad y capitalismo neoliberal. Llegó el día de viajar y tomar mi descanso de mi autoflagelo, leía sobre el derrecho a la tierra y al territorio, pienso muchas cosas todo el tiempo. No es humano sentir […]
Mi abuela, María de la Purísima Concepción, es una mujer de noventa y dos años que vive en un pequeño pueblo llamado la Concha -donde antaño se localizaba uno de los ingenios azucareros más importantes del estado de Veracruz- ubicado en las cañadas del municipio de Jilotepec; ella regresó a vivir allí de por vida después de que el sismo del 2017 abriera tales grietas en su psique y corazón que juró no volver más a la ciudad de México. Ella dejó su piano -el cual fue herencia de su padre- pero se llevó a Melibea y a Botas […].
Un joven universitario compró unos libros en una venta de garaje en algún lugar de la Europa contemporánea. Entre todo su botín, un pequeño cuaderno de piel se deslizó entre sus pies, saliendo de él la foto de una bella mujer. La curiosidad del joven fue la suficiente como para olvidarse del mundo y empezar lo que probablemente será el peor error de su vida. […] Idiota, si lees esto, empiezas buscar una aspirina porque reventarás tu cabeza. Ah, como sea, estoy seguro que eres de los que leen en pleno calor de primavera […]
Aventarse al agua y no sentir el frío. Caminar descalzo por el pasto. Dormir sobre un tapete mojado e ignorar la lluvia. Lamer al perro. Ver al sol salir por un espacio entre dos picos.
Buscar el vaso aunque ya esté vacío. Mover las manos. Presionar un chocolate, sentir el dulce, comer la mitad del bombón en forma de payaso y tirarme al piso. Brazo derecho, la cabeza sobre el vidrio. Comenzar a reír y seguir con constancia. Una y otra vez, regresar al piso.