Nala Rizzo
LVII Edición (Resultados V Concurso)11 de enero de 2023Julia Rosell Fieschi*
(Argentina)
Segundo lugar del V Concurso
“Aplicaciones del amor”
rota
me desnudo frente el espejo
de una realidad
que distorsiona los abrazos
El bar es muy pequeño, ella recita y sus poemas quedan grabados en mi mente como fotogramas. La luz anaranjada de los focos desdibuja el límite de su cuerpo: su traje también naranja desaparece dejando al descubierto los lentes de sol ochentosos que lleva puestos para esconder su mirada. Los martes, a la noche, entro en la película de su poesía y me olvido que hace semanas que no puedo dormir.
Apenas hay público, ella sólo habla con la camarera, toma jugo de naranja y, de vez en cuando, pide que le añadan un chorrito de gin Tanqueray. Es flaca, tiene la voz grave y calmada y se hace llamar Nala Rizzo, aunque no sé si ése es su nombre real.
distorsiona los abrazos,
repite, y su voz, como si fuera una caricia, hace que mi piel se erice, es placer o quizás peligro. Nala hace largas pausas entre un poema y otro, toma de su copa, en el micrófono se escucha su respiración. Se levanta y deja el escenario solo. El eco de su voz queda ahora en silencio y el naranja sin forma, como si ese fotograma, ahora vacío, fuera también el nuestro.
Tal vez de eso hablan sus textos, del vacío.
Se acerca a la barra y pide un poco más de gin, espera que le sirvan y su brazo roza el mío. Está cerca y veo atrás del lente que me mira. Se cubre la mirada por eso, pienso, ella mira de verdad y sabe que eso asusta.
El dolor no está en el llanto,
me susurra al oído,
todo es un síntoma,
dice,
de lo que no está.
Vuelve al escenario, una tarima de madera, se sienta en su silla, tiene el micro enfrente pero calla. Después de unos minutos en que sabe que la miran, termina la copa de un trago y dice que es hora de fumar. Sale.
No hay aplausos aunque las pocas personas que estamos en el bar sabemos que Nala ha terminado.
Camina hacia la puerta, saca del bolsillo un paquete de cigarrillos largos que parecen de juguete y me ofrece uno con el gesto. Yo la sigo como si el cigarrillo en su mano fuera un imán y mi cuerpo otro.
Afuera fumamos en silencio. Pienso qué decir y no digo nada porque mi abuela repetía que a menudo es mejor callar. Nala se coloca enfrente de mi cara, atrás de ella quedan borrosos los fotogramas de la vida, autos que pasan, la pareja que se besa en un portal y el señor que toma vino de un brik en la vereda y tararea con voz rota una canción que me recuerda a mi infancia.
Los ojos de Nala se achinan detrás del vidrio negro,
vamos,
dice, y en darse vuelta un taxi se detiene como si siempre hubiera sabido que en ese momento íbamos a subir.
De camino pone el dedo índice en sus labios
Sht, es un secreto,
y me da la mano igual que se la dan dos niñas al conocerse el primer día de colegio.
En su casa soy yo la diferente, el negro de mi jeans y el azul de mi camisa que en la calle eran normales, ahora son extraños, resaltan en su departamento en el que hasta los detalles son naranjas. El sofá, la mesa, las sillas, las paredes, el piso de madera, todo es naranja como ella y a veces no la veo, se confunde con el fondo.
Estoy casada,
digo. Nala se desnuda para que pueda ver su silueta. Su piel no es de ningún color, es sólo suave. Se saca los lentes negros en un gesto cotidiano sin darse cuenta que yo nunca había visto sus ojos. Ahora está en su mundo y ahí no desentona.
Sin querer, yo también me saco la ropa. Ella me abraza.
Ves,
me dice,
sólo es eso, un abrazo.
Observo el momento desde afuera como si esa no fuera mi película.
Me acuesto a su lado y me agarro del negro de sus pupilas para, por fin,
poder dormirme.
–
*Nace en Barcelona en el 1988. Es actriz, docente de teatro y traductora. Licenciada en Humanidades e Historia del Arte por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. En 2021 publica su primer libro de cuentos Semifinal de la Champions con la Editorial Malisia. Da clases de teatro en el Hospital de Emergencias Psiquiátricas Torcuato Alvear en el marco del proyecto Crear del Ministerio de Cultura de la ciudad de Buenos Aires.
Textos ganadores del V Concurso de La idea lista “Aplicaciones del amor” (2022).
Es un cuento lleno de ternura, bien escrito y que acerca al lector a sus proposa emociones. Los personajes, descritos con pocas palabras, salen del relato y te acompañan.
Un buen relato escrito como poesía, me gusto.
Excelente cuento. Me quedo con esa imagen de que el dolor no está en el llanto , sino en aquello que no está.