LXIII Edición: Temporada de lluvias

La muerte no nos salva

Pensaba en lo mucho que me aferro a esta vida que es un parpadeo de los dioses. El tiempo es tan corto, con un constante soñar y planear, nos perdemos en las ilusiones y el miedo a morir.

Es verdad, no quiero morir. Respeto la muerte y, más que temor a ella, siempre pienso en los que se quedarán a enfrentar la ausencia. Estar del lado de la vida enfrentando la ausencia por la muerte es horrible y es un dolor propio.

-Haz tu testamento– me dicen siempre. Tengo 34 años, dos hijas y ¡listo! Todo lo que tengo es para ellas, no hay más. La incertidumbre de lo que no sabemos qué pasa cuando morirnos, ¿Mictlan? 

Lo que sí es que nada nos salva de la muerte. Nos acecha cada día, se nos acaba el tiempo en esta tierra, nos envejecemos. No sé si quiero morir de vieja o morir de manera repentina, pero la calidad de nuestra muerte siempre depende de nuestro modo de vida. He sentido la muerte más de una vez y, sin dudarlo, pedí que no me llevara. Aún no estaba y no estoy lista.

Por eso hoy, en tu día, señora mía, ¡Señora Muerte!, te ruego no me lleves aún. Déjame vivir intensamente. Permíteme prepararme para tu llegada y, si tengo una posibilidad déjame reencarnar en un águila, nunca más en un humano.

Una generación sucede a la otra y cada una repite los actos de la anterior. Sólo un instante antes de morir descubren que era posible soñar y dibujar el mundo a su manera, para luego despertar y empezar un dibujo diferente. (Elena Garro) 

Créditos de la imagen de portada: Pixabay, Pexels, https://pixabay.com/photos/day-of-the-dead-costume-makeup-1868836/

Créditos de la imagen en texto: Colección de la autora.

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