LXIII Edición: Temporada de lluvias

La violencia del amor

Siempre pensé que era mejor enamorarse por primera vez cuando eres adolescente que cuando eres adulto. De hecho, es fácil para mí saber quién ya se ha enamorado antes y a quien ha apagado su velita.

Ese amor que quema el estómago cuando un desplante, que la separación momentánea angustia, que te baja de peso, que te vuelve inútil o enferma, que te asfixia. Ese amor violento que requiere que seas supervisada por alguien más antes de que lo pierdas todo por seguir adelante con las ideas más irracionales que jamás considerarías si no estuvieras afectada por un exceso de hormona en tu cerebro. Entonces, ¿por qué, si nos hace tanto daño y es tan violento, lo llamamos amor?

Yo nunca aprendí a amar a medias, creo que no debemos amar a mitades. Siempre antepongo lo que más amo, incluso antes de mi propio bienestar, no puedo estar tranquila si mi circulo social está mal. Procuro siempre que las personas que me rodean y que amo se encuentren bien, hago todo lo que está en mis manos para que estén siempre bien, desde mi abuela hasta la niñera de mi hija.

Para aquellos seres solitarios que han dejado de creer en el amor, que piensan que es mejor estar en aislamiento emocional antes de volver a apostarlo todo les digo que el amor es más que el sexo, tiene facetas y no sólo lo sientes por tus parejas, lo sientes por la naturaleza que te rodea, por los animales, por tu familia, por tus amigos y por muchos otros seres vivos más. El sexo para mí, es sólo una representación de nuestro yo animal, de nuestro deseo de reproducción, mientras que la condensación de nuestro ser comprimido en un sólo inhalar el aroma de la persona amada es el amor. El desvanecer solo al inhalar el aroma de alguien impregnado en un viejo sweater, la presencia emocional es más fuerte que la física, la omnipresencia de su risa.

Quisiera pensar que aquellas personas que he dejado atrás me ven como una persona con gran capacidad de amar y no como un ser egoísta que los ha abandonado en el camino a la libertad amorosa. Debemos siempre confiar que el amor es verdad, no siempre es como nos han hecho creer, tierno, honesto y puro. Es en realidad para mí un sentimiento intangible, se capta a la primera –y sí – me he enamorado de los ojos de muchas personas, de lugares, de aromas y de momentos. He sentido la necesidad de hablarle a alguien o algo al odio, tanto como gritarle es mejor que te vayas de mi vida.

Siento que el sentimiento opuesto al amor es la indiferencia, me doy cuenta cuando alguien ha dejado de amar porque es indiferente, eso duele, más que la ausencia misma. Esa es la violencia del amor, el antagonismo de los sentimientos. La fragilidad del alma cuando se ama con tanta intensidad, la destrucción del idealismo construido por futuros inciertos. Quizás, como alguien me dijo recientemente, porque eres estúpida al amar. La cosa es que uno no ama con la cabeza, uno ama con el alma, todos esos conceptos de amor construidos desde la Grecia antigua a la actualidad me llevan a concluir que el amor es para mí el camino a mi bienestar.

Créditos de la imagen: Colección de la autora. El árbol es una fotografía tomada del jardín botánico de Puerto Vallarta. Es el Ficus favorito de la autora, enorme, lleno de orquídeas y lo ama tanto como ama cada momento que ha pasado ahí. Que él y los momentos sean siempre eternos.

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