LXIII Edición: Temporada de lluvias

Entre cláxones y mentadas

La abigarrada ciudad de México acoge en su seno variopintas experiencias sensoriales; el peatón se ve inmerso en olores, sabores, ruidos y ritmo, ¿qué hacer? No queda más que rendirnos ante este embate sensorial y dejarse engullir.

En un primer momento el caminar por la ciudad llega a ser por demás enervante, entre los energúmenos cláxones y no pocos ululantes automóviles, el oído es el primer órgano en se estimulado, cuando de pronto, entre ese barullo mecánico, escuchamos una voz que nos recuerda a nuestra progenitora, ¡alivio! Aún somos capaces de comunicarnos sin intermediación mecánica alguna.

Al tiempo que nos vamos desplazando entre los cláxones, sirenas y mentadas de madre, el oído se va acostumbrando y empieza a ser capaz de captar entre la algarabía otras tesituras: el pregón de la información: ¡Jornadaaaaa! ¡Reformaaaa! ¡Excelsioooor! Y de nuevo el claxon, expresión de bestia agonizante que desespera al no poder salir del atolladero ¿cómo calmar su agonía? Mentándole a su progenitora para así apelar a la humanidad de quien la monta.

Santa Fe

Al sur poniente de la ciudad de México, a pocos kilómetros del centro, pero distante si consideramos el tiempo urbano, se erige un enclave comercial conocido como Santa Fe.

En este espacio priman los edificios, cuya referencia espacial no es el nombre de la calle sino la marca que albergan o algún objeto al que se asemejen; cuando uno toma los taxis colectivos en Tacubaya, no dice –Voy a la Avenida Vasco de Quiroga-, en lugar de este sacrosanto apellido, uno mienta -¿Para el pantalón?, ¿Para acuario? ¿Esta fila es para el centro comercial?-, y por treinta pesos uno comparte el transporte con cuatro personas más, que después de unos sentidos contrarios, artilugios policiacos burlados y no pocas trifulcas con los otros vehículos, llegan a su destino.

La periferia deviene centro, lo que en los años ochenta del siglo pasado eran minas de arena y basureros (se construyeron chimeneas desde las que sale expulsado el metano, de noche recuerdan a los fuegos fatuos) hoy alberga a enormes corporativos como Bancomer, HP, Microsoft, Televisa, entre otros. El peatón es un sujeto bastante vulnerable, ya que aquél que ose caminar por las nulas banquetas corre el riesgo de morir atropellado o –en el mejor de los casos— quedar tullido por intentar pasar entre una marabunta motorizada que al son de “voy derecho no me quito” se ha llevado entre llantas a no pocas personas. Si en la ciudad el caminar es complicado, aquí se vuelve una proeza.

Créditos de la imagen: Pixabay, raulmorales, https://pixabay.com/es/photos/ciudad-m%C3%A9xico-ciudad-de-m%C3%A9xico-572071/

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