LXIII Edición: Temporada de lluvias

La cosa está que arde

Aplícale más cera en ese rincón falta un poco.

Esta casa tiene como quinientas tablas, la próxima vez hago la tarea a tiempo para que no me castiguen con la encerada de este rancho.

¡Vamos! ¡Apurémonos, que la reunión con los compas es a las ocho de la noche!

– Yo riego la cera y tú la esparces, después te subes en la brilladora y yo la manejo, así nos va a rendir más.
– Hay que avisarles a todos que tengan mucho cuidado mientras está fresca, es muy resbalosa y caliente.
– Oigo pasos que suben por las escaleras que vienen de la calle, es Rubén Herrera.
– ¡Buenos días, muchachos! ¡Ah, les tocó la enceradita! ¡Seguro no hicieron los deberes! Hoy toca partido con la gallada de Roldanillo, vengo a ver si el joven que viene a jugar conmigo, de esta casa está listo.
– Por ahí salió todo apurado porque le faltan cordones para los guayos.
– Como siempre algo le falta, si no fuera buen jugador no lo esperaba, ¿por ahí viene ya? ¡Lo escucho alegando!
– ¡Vamos, vamos, a ganarles a esos troncos!
– ¡Chao, chao! ¡Ay los vidrios!
–  Ya llevamos más de la mitad, son como las dos de la tarde. Prenda la radio así nos damos cuenta cómo está la vaina. ¡Escuche, escuche!
– ¡Son las catorce horas y once minutos! A esta hora de la tarde hay bloqueos en la carretera que va de la Estelia a la Uribe, también está bloqueada la vía que lleva a Corozal salida al Alambrado.

 ¡Qué bien hermano!, la gente está duro en la resistencia, apurémonos tenemos que llegar a la reunión de la noche con los compañeros.
– Estamos terminando, son las siete de la noche.
– ¿Qué llevamos para el encuentro con los amigos?
– Llevemos unas chelas, algo de queso y salchichón.
– Yo tengo escrito en unas hojas un orden del día para proponerlo, también quiero llevar el código civil, la declaración de los derechos humanos, y la constitución política de este paisucho.

– Llevemos la merienda, unos abrigos para el frío, de los textos sólo la declaración de los derechos humanos.
– Esa vaina de códigos, constitución, déjalos por ahí tirados.
– ¡Vámonos!, son las siete y treinta, hay que llegar a tiempo. Caminemos por la calle Miranda, crucemos por el café Viejo Volga y por ahí subimos al Porvenir.
– ¡Porvenir ojalá!
– Ya estamos llegando. ¡Hola a todos! ¿Cómo están?
– ¡Bien, hermano!
– Listos para acordar acciones.
– ¡Listos!
– ¡Comencemos!
– Esperen un momento, me está llegando una llamada al teléfono, ¡aló, aló!
– ¡Uy hermano la casa que ustedes estaban encerando se está quemando!
– ¡Se armó un incendio el berraco!
– Alguien dejó caer un fósforo encendido y esa cera es muy combustible.
– ¡Que se queme ese rancho! Ya estaba muy destartalado y abandonado, como tantas cosas en este país.
– ¡Hermano en el piso de la casa quedaron los libros que contienen los códigos y la constitución política!
– ¡Que se quemen! ¡Que se vuelvan ceniza!

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