LXIII Edición: Temporada de lluvias

En su naciente vejez

Antología

En su naciente vejez
Papá comienza a revelar nombres
de días que ya no existen
pero lo mantienen

y yo pienso
me va a pasar
pero será síntoma obligado
también lo necio?

Vamos llegando al pueblo,
rumbo al consultorio
Valentín se queja del tráfico
En medio de una pandemia
tanto pinche coche.

Veo en la avenida un gentío
consumido por el espesor exhalado
de una multitud nostálgica.

Vamos sobre Donceles,
al ras de la avenida
se elevan marchas del quehacer capitalino.

Pablo dice aquella cosa
sobre un alemán que no creía
en lo inmaterial;
del discurso
se le escapan azucenas con dirección al olvido.

Hurgamos en los puestos,
el nerviosismo en la palma
es gesto de quien desempolva oro.

Hemos caminado media ciudad
con libros bajo el brazo,

tras llegar a la región
donde se respira una pureza
de fantasía,

Pablo dice aquella cosa,
sobre un afán apreciativo
– el fenómeno,
hay que distinguir el fenómeno.

Proverbio ciudadano 
Llegarán nuevos peregrinos
a cultivar sus nombres
en tu nombre.

Danzas,
bestias
y otoños
acabarán repartidos
en las costumbres.

Hablarás con los astros
como dialogando contigo
y la sombra expectante
medirá el silencio.

Importante es el olvido,
coexistir con el dardo
tiempo.

Dolerá,
olvidarás
y llegarán fantasmas
o intermitencias,

pero el cansancio
no es arrepentimiento,

todo caos es uno
en uno mismo

y lo único prohibido,

es ser,

sin ser un mundo.

Cruza a mi insomnio una curiosidad plateada,
al dejar caer su vicio los malestares se disuelven
en el frío que mastico.

El fraseo de las palabras, alambre del lenguaje,
deja un camino que poco importa.

Me recargo al contorno de una incertidumbre abisal,
mutismos que encuentran habitad en figuras de piedra
y tiempos que no he vivido
pero tampoco anhelo.

Siendo el encierro
no las murallas de los hombres
sino el caos dentro,
siendo,
espada enemiga
el desconocimiento frente al espejo,
la danza del azar
me mueve huesos
y cartílagos.

Desprendo del aire apenas unos pies
que disfrutan lo gélido
del despojo.

En la noche de siempre la luna se esconde
tras nubes/bruma;
hago lo mismo con el rostro.

Suspiro
I
Una estrella titila el azar
en los labios de una gema.

El canto de lo divino
es mansedumbre descubierta.

Sombras depredan la espalda de los parques,
transeúntes entregan retratos
que no han de dilatar en la banqueta intacta.

La incertidumbre entenebra
nubes sin respuesta.

A este enjambre lumínico,
el hombre pone caderas
lanzas,
pelo.

Puede ser apenas
mitología
que eclosiona.

II
Plagado de memorias
rasguño el aliento
desde una ventana
(cierta música arenisca
languidece transparencias).

En mi aire
culebrea
el aire,

cacarizo,
en mi voz
hay un ser
de siglos.

III
Borracho de estrellas
escucho tronar
la madera,

orugas de humo
escapan por mi aliento.

Levanto los ojos
a la danza celeste
donde nace
ligereza.

Los hombros vencidos
Esa ceniza chistosa escapando al cosmos

– En mi cuerpo,
ya no caben
otros
cuerpos.

Créditos de la imagen: Danfador, Pixabay, https://pixabay.com/photos/montestrutto-snow-piemonte-italy-190471/

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.