LXIII Edición: Temporada de lluvias

La rebeldía es un acto de amor propio

Si buscamos en Google representantes de rebeldía podemos ver al icónico James Dean, con su chamarra de piel y anteojos obscuros, actor de la misma película Rebeldes sin Causa de los años cincuenta. Los dos otros representantes de la rebeldía son niños de dos años renuentes a hacer caso y los típicos adolescentes con perforaciones.

Dentro de los representantes de los rebeldes nunca vamos a encontrar a una mujer común y corriente sin ninguna característica que llame la atención. Sin embargo, sí existen. Aunque Google no lo crea, por fin pude encontrar una teoría sobre la rebeldía que no tuviera nada que ver con adolescentes.

Todos podemos ser rebeldes, pero no todos están dispuestos a sacrificar un poco de ego, para lograr hacer una declaración de independencia a lo que no se está dispuesto a aceptar. “El rebelde es uno que rechaza los excesos del poder, uno que resiste a someterse a aquello que le resulta indigno. Asume la decisión de defenderse” escribe Ernst Jünger. Sin embargo, en esa decisión de defenderse, se puede encontrar con un mundo solitario, porque no todos están dispuestos a defenderse a ellos mismos. Defienden las opiniones que les son puestas, para no pensar por si mismos, si realmente están de acuerdo con esas ideas.

No logramos ver la rebeldía como la forma más pura y honesta del ser humano. No podemos ver la rebeldía como un método para ser realmente felices. La negativa de la rebeldía a llegado a tanto que tenemos que suprimir nuestros verdaderos deseos para hacer felices a los que nos rodean.

Dice Jünger que “el rebelde no admite entregarse a la apatía, apuesta a darse un lugar” ,“De suerte que es rebelde aquel que posee una relación primaria con la libertad.” Sin embargo, la idea de actuar con libertad nos confunde. Vivimos en una sociedad en donde la libertad de pensamiento y de la forma en la que nos comportamos nos hace diferentes. Si no actuamos o pensamos de cierta manera, con un cierto perfil y molde, nos convertimos en forasteros de nuestra comunidad.

Cuando tu misma existencia se vuelve un acto de rebeldía, pensando en las palabras de Albert Camus, ensayista francés, da miedo en pensar como nuestras mismas ganas de vernos diferentes, evoca en las personas negación. La gente no aplaude las diferencias, las rechaza. Se convierte en un ciclo en el que mientas más nos queremos independizar de ciertos ideales, más nos quieren convencer de que estamos mal.

La rebeldía no sólo tiene que ser con la manera que actuamos, si no también en la que pensamos. Por eso siempre que buscamos en Google por los rebeldes, nos salen personajes físicamente rebeldes. ¿Qué pasa entonces con los que parecemos y actuamos perfectamente normales, pero pensamos con rebeldía?

El ejemplo más claro es la rebeldía en contra de la familia. Pero, no me refiero al niño que no quiere ponerse la camisa recién planchada que le ordena su madre y rebeldemente se avienta al piso para imponer su ideal. Los que no queremos ser parte de los pensamientos e ideales de nuestros padres, abuelos y hermanos nos convertimos en extraños de nuestro propio entorno.

Una de las primeras palabras que aprendemos de niños es el no. Con el tiempo, nos comienza a dar miedo decirla. Una palabra tan poderosa y arraigada a nosotros se convierte completamente ajena a incluso a nuestro pensamiento. De hecho, parece que nos da miedo pensarla por el poder que conlleva y todo lo que puede suceder al expresarla.

En realidad, no pasa nada. Lo peor que puede pasar cuando dices la palabra mágica del ‘no’ es regresar a la libertad de tu verdadero ser y lograr establecer tus propias reglas. Dejar que las ideas que nos hacen daño, no sean parte de nosotros.

En ese caso entonces, seamos rebeldes. Seamos James Dean con nuestra chamarra de cuero, y nuestros lentes obscuros, y arranquemos a toda velocidad hacia nuestro verdadero destino. Tomemos la decisión de defendernos como dice Jünger. Dejemos atrás todo lo que no nos gusta, lo que nos hace daño, y lo que no queremos. Creemos nuestros propios patrones, nuestros propios elementos a nuestro gusto, sin nada premeditado. Así será la manera en que la palabra mágica ‘no’ tendrá un nuevo poder hacia nosotros, para después, nunca más tenerlo que volver a decir.

Créditos de la imagen: John Irving, Flickr, https://www.flickr.com/photos/62100938@N02/8106703120

4 comments

  • Manuel Alazraki Grossman escribió

    Me parecen muy interesantes tus conceptos alrededor de la rebeldìa. Lo ùnico en lo que no estoy seguro de aceptar es tu propuesta de rebelarte y que no des en un momento oportunidad de pedir perdon o de otorgarlo. El perdon es una virtud. A la ùnica persona que le ayuda es a tì. Al perdonar no te carga el peso de la rebeliòn porque quizas no sabes si tu rebeldìa pudiera afectarte a ti u a otras personas.
    Te felicito por tu decisiòn de escribir. Lo haces muy bien. Igualmente me da mucho gusto que pregonas con mucho orgullo ser una mamà de tiempo completo.

  • Gabriela Cano escribió

    Wow !! Se me salen las lagrimas de tu entereza y firmeza !! Bien escrito desde el corazón !! Viva la rebeldía en busca de un sueño 🥰

  • Jessica Alazraki escribió

    Me encanta!! Gran artículo explorando varios ángulos. Felicidades 🎈

  • Brisas del Cambio escribió

    Totalmente de acuerdo.

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