LXIII Edición: Temporada de lluvias

Sol-edades

Dándose cada uno a los brazos
               del otro.
Qué diferente sentirse dentro de
                uno
que sentirse uno solo dentro de uno
           es decir, vacío.
¿Será que es soledad tu abrazo
      y tus besos sólo sed?
me parece oírte que de mí no te
           sacias nunca.
Yo que fui antes buen catador de
            amarguras.

Ernesto Cardenal

Detrás del cerro donde creció esa ceiba, está la casa de ella, el sendero para llegar hasta allá es angosto y pendiente. Con los primeros rayos del SOL, tomó el camino del puente sobre la quebrada a las afueras del pueblo, motivado por verla corro sin descanso.

Tengo que llegar antes de las ocho de la noche para ingresar a la sala con tiempo, buscar mi silla y disfrutar del concierto. Salgo del apartamento hacia las siete y cinco de la tarde, camino por Amores, me cruzo hasta Mancera, llego a Monterrey, tomo el pesero y después de unos minutos gira hacia Insurgentes, sigue por Reforma, me bajo en el Caballito, camino por la Alameda, ya cerca de Bellas Artes me doy cuenta que hay poca fila, espero mi turno. El ingreso a la sala no tuvo problema, la última nota sonó a las nueve y cuarenta de la noche. Salgo del teatro a las diez, hay mucho silencio en la ciudad.

Tener diecisiete años, subir la colina todos los días, ir al encuentro con ella, lograr sus besos y amarla sin descanso.

Me levanto a las nueve de la mañana, tomo un baño, me pongo la ropa de entre semana, salgo a la calle, voy hasta la revistería de la esquina, compro algo para leer, entro al café y ordeno el desayuno. En una mesa hay una mujer mayor, en otra no hay nadie, yo estoy en la que da a la ventana.

Vamos a la rumba, hoy canta el sonero mayor en el “Séptimo Cielo” que está ubicado en la calle de la Perdición, así le dicen todos, cuando estemos bien entonados y esté bien prendido el bembé, le pedimos que cante “El incomprendido”.
-¡Sí, vamos y tiramos paso hasta el amanecer!

Son las dos de la tarde, en el jardín a un costado de la ciudadela, un rato después van llegando mujeres y hombres mayores que tienen aspecto de jubilados, se hacen señas con los ojos, forman parejas, se toman de las manos. No se dicen nada, suena el danzón, comienzan a bailar y comparten sus soledades.

Créditos de la pintura: Excursion Into Philosophy (1959) Edward Hopper.

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