Los fantasmas de Dany
XVII Edición (Temática: Patologías de la mente)07 de diciembre de 2020Sentado frente a la ventana Dany espera, ansioso, a Emilio. Está seguro de que el abuelo va a venir… -tal vez llegue solo… pero… ¡ojalá venga también la abuela Myriam!- piensa, y se le iluminan los ojos. Se acerca la hora de la siesta y el cansancio lo vence, recuesta la cabeza en el sillón y se duerme.
Amanda, hija única de Emilio y Myriam tenía otros tres hijos, pero Dany, tal vez por ser el más pequeño, o por haber sobrevivido a una tragedia −la muerte de su hermano gemelo al nacer− había sido siempre el más mimado. Era un niño muy especial; su gran sensibilidad y particular belleza -cabellos muy rubios y ensortijados, ojos azules como el cielo y una dulce sonrisa- tenían a todos embelesados.
Los abuelos lo adoraban. Siendo muy pequeñito, Emilio lo cargaba sobre sus hombros y lo llevaba a la placita en la que había toboganes, sube y bajas y hamacas; luego de disfrutar de los juegos durante horas iban a la heladería para deleitarse con enormes conos de helado de chocolate con chispas. Por las noches el abuelo se recostaba a su lado y le contaba un cuento hasta que se quedaba dormido.
La abuela Myriam, por su parte, pasaba muchas horas en la cocina preparando sus comidas y postres preferidos. Para sus cumpleaños le horneaba dos pasteles: la torta bombón, que era su predilecta, y otro, que adornaba a su gusto y agregaba la cantidad de velitas correspondiente a la edad que cumplía.
Repentinamente, Dany despierta, mira por la ventana y ve a un hombre abriendo el portoncito del jardín; un hormigueo recorre su cuerpo… -¡es el abuelo!- piensa -pero… ¿por qué no vino con la abuela?- se pregunta.
El hombre lo envuelve en un apretado abrazo y -procurando sonreír- le entrega una caja de chocolates.
─La abuela estaba muy ocupada hoy, pero mañana vendrá a verte─ le susurra al oído, como si pudiera leer sus pensamientos.
Dany hace una mueca; está contrariado… ¡Él quiere que sus abuelos lo visiten todos los días, y que vengan los dos juntos!
Anochece, negros nubarrones anuncian la gran tormenta que se avecina. Marcelo, de pie al lado de la cama, saluda a la hermosa joven que se acerca portando una bandeja con una taza de chocolate caliente y un café. Por un momento queda absorto, observando a su hermano.
─Habría que recortárselo un poco─ comenta mientras acaricia su cabello. ─Lo tiene muy largo.-
─Para no incomodarlo demasiado podría hacerlo yo─ dice ella ─y luego pregunta─ ¿qué le sucedió?
Marcelo se siente abrumado, no le gusta recordar la tragedia y menos aún hablar de ella con desconocidos, pero al notar el cariño con que la muchacha trata a su hermano decide contarle lo ocurrido.
─El accidente sucedió hace muchos años─ responde casi en un susurro. ─Mi hermano viajaba en un auto con mis padres y los abuelos, era de noche y estaban regresando de la casa de mis tíos. Un camión con zorra se desplazaba a toda velocidad por el carril contrario. En cuestión de segundos el enorme vehículo se salió de su ruta y chocó de frente al carro en el que viajaba mi familia. Murieron todos menos Daniel.
─Pero, ¿qué le sucedió a Dany después del accidente? ¿Por qué está aquí desde hace tantos años?─ pregunta ella.
A Marcelo le cuesta hablar, tiene un nudo en la garganta, pero siente la necesidad de desahogarse.
─Por lo que nos dijo la policía técnica seguramente el abuelo, tratando de protegerlo, intentó cubrir a mi hermanito con su propio cuerpo, justo antes de que el auto comenzara a girar para, finalmente, caer en un barranco. La cabeza de Dany sufrió graves traumatismos y su médula espinal se lesionó, como resultado padece afasia global y paraplejia. Además, debido al estrés postraumático, tiene alucinaciones.
La enfermera intenta contener las lágrimas que asoman a sus grandes ojos.
─Pero, por momentos pareciera que puede sentir, y ver ─balbucea, sollozando.
─Así es─ contesta Marcelo. ─Según los médicos, como Dany alucina, cree ver a mis padres y a los abuelos. Piensa que lo visitan e incluso que sale con ellos. Dado que ha perdido la capacidad de moverse y hablar queremos creer que esas alucinaciones lo ayudan, de alguna manera, a sentirse feliz.-
Mientras observa a la encantadora joven que llora por su hermano, Marcelo piensa que quizás, finalmente, frente a sus ojos se está revelando la posibilidad de una felicidad que él siempre anheló y a la que, durante todos esos años y sin siquiera notarlo, había renunciado.
Créditos de la imagen: Pixabay, https://pixabay.com/photos/night-road-truck-woman-stop-light-4085633/
Nació en Montevideo, Uruguay. Violinista de profesión y por vocación, heredó su amor por la música de su madre y sus abuelos europeos. Ha trabajado como músico, tanto en su país como en diferentes lugares del mundo. Le apasiona la pintura, la lectura, la escritura… y viajar. Deseosa de poder expresarse dentro del arte, más allá de la música, ha incursionado en el dibujo y la pintura, y desde hace poco tiempo, como autodidacta, decidió enfocarse en la escritura.
Una triste historia con una temática interesante
Esperanza incluso en la tragedia … Removedor cuento !!
Duro,colo la misma vida puede llegar a ser …darte una tremenda trompada y dejarte como ese niñito.(tengo algo de el, ) a su vez Betty…..cierta ternura, y magia, porqué no? Muy bueno amiga. Renato Funggi.
Un relato conmovedor pero hermoso. Felicitaciones Betty
Triste y mágico a la vez. Una historia distinta y muy especial.
¡Felicitaciones, Betty Rodrígue!
Muy bien… tema difícil de desarrolla… ¡Muy bien!
¡Conmovedor!