LXIII Edición: Temporada de lluvias

Lo que da ella

-Al lado de la ceiba enorme junto al río, ¿lo recuerdas? Ahí quiero que lleguemos después del mediodía.
-Sí, lo recuerdo. Llegamos como a la una de la tarde. El sol calentaba no tan fuerte, nos hicimos a la sombra de ella, majestuosa e imponente. El agua del río estaba cristalina, entre las piedras y sus corrientes serpenteaban los peces, algunos muy llamativos. ¿Cómo se llaman esos peces alargados de cuerpo redondo y tonos de colores en su lomo?

-Guabinas, son muy vivaces, juegan en la corriente, saltan, dibujan círculos. Hay momentos que parece que te miran, entran en contacto como si fueran sociables, te invitan a la contemplación. Son momentos de comunión, prolongan unos minutos de existencia de manera tan suave, tan relajada, que entras en éxtasis.


-Qué rico regresar, se está tan bien ahí, el aire limpio, el ambiente tibio, el río suena sereno, los pastizales como espigas que el aire mece cadenciosamente.


-Ya tengo dentro de la mochila algunas cosas que necesitamos. Me puse ropa ligera, unos tenis para la caminata y llevo una buena cantidad de agua en la cantimplora. Si salimos como a las nueve llegaremos unos minutos antes de la una de la tarde. ¿Tú cómo vas?

-Bien, en poco estoy lista.

-Tomaremos el camino de “La Estrella”, descenderemos como unos siete kilómetros. Cuando lleguemos a la “Y”, que desvía hacia el bajo Totoró, nos vamos hacia la izquierda para buscar la brecha que nos encamina al río San Marcos. Estaremos sobre el puente del San Marcos como a las once y media de la mañana. Un descanso, una buena hidratada, un sabroso beso, un reparador abrazo y continuamos. Ahí el camino pierde su inclinación, ya en el llano iremos más ligeros, apretaremos la marcha, estaremos caminando a un lado del río un buen rato hasta encontrar la desembocadura del río Volga.

.

-Mira, mira, ¡qué lindo! ¡Cómo se ve el encuentro de los dos ríos! Cada vez estamos más cerca para poder contemplarla. Me gusta como se llama, el Volga. ¡Vamos, vamos, caminemos un poco más rápido!, ya quiero llegar.
¡Ahí está! ¡Llegamos! ¡Suelta esa mochila, quítate la ropa, saltemos al agua!
¡Uy, qué fresca, qué rica!, el cuerpo se reactiva. Ven, bésame… Así, así…
Ah…
Ah…
Recostémonos al lado de ella.

-Nos besamos, nos besamos, nos acariciamos, besos y caricias, sexo y más sexo hasta caer la tarde.

-El sol se oculta detrás de los guaduales, desde abajo al lado del río la frondosa ceiba nos cobija, nos entrega toda su energía, revivimos y nos volvimos a amar los tres.

Créditos de la pintura: Borrasca en azul, Oswaldo Guayasamín.

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