Jeep
X Edición01 de septiembre de 2020Damas y caballeros, aquí está su jeep del año. Puede cruzar un río de hasta dos metros de caudal sin apagarse. Ojalá encuentren muchos que fluyan así en el camino, estamos en el Trópico, el agua abunda. Su vehículo es impermeable. También les deseo que las calles que habrán de tomar sean las más accidentadas de todas. No por nada en el costado, justo arriba de la llanta, está escrita la palabra Rubicón. Tienen en sus manos el vehículo por el que Julio César hubiera cambiado su caballo y les costó –pensando en horas de trabajo— entre diez y quince mil. Un poco de su vida por la posibilidad de vivir para siempre. Arriba de él, son invencibles. Insisto, le tienen que sacar utilidad, múdense a una montaña con bastante lodo. Si sólo lo usan para andar diez kilómetros diarios en el asfalto y detenerse en los treinta semáforos que se encuentren –sin ningún árbol caído que obstruya el viaducto, ni una grieta respetable— lo van a desacostumbrar. Lo que tienen ahí es casi un tanque de guerra con tres toneladas de artillería. Lo que no se usa, se oxida. Para buscar aventura otra opción es fortalecer el abdomen y hacer bíceps. Con ejercicio, chocolate y comida frita se llega al potencial de energía necesario. También se puede omitir el ejercicio y comer de un jalón. Imagínense después el sabático que se podrían tomar. Porque uno trabaja para después no trabajar. Al menos a mí no me convencerían de seguir trabajando si ya tengo los carbohidratos necesarios para todo el año. Qué me busquen después, cuando vuelva a enflacar. Aunque si regresamos al jeep es distinto. ¿Para qué cuidarlo? A lo mejor me dirán que todos los domingos sí lo ponen a prueba cuando salen de la ciudad pero que no pueden hacer lo mismo el resto de los días, qué tienen responsabilidad y obligaciones. Además, cómo probablemente no lo pagaron de contado, tienen que seguir yendo a trabajar. En ese caso está la opción de mejor cambiarlo por un sedán más austero que pueda correr en la terracería, pero lento, sin prisa, y pasando una llanta a la vez en cada agujero. Para todo lo demás se puede rentar un caballo. El carro pequeño no es tan grande ni tan cómodo y -por supuesto- es menos seguro. La puerta blindada del vehículo todo terreno sale sobrando para este fin, sólo hay que acompañarse con una pistola. Así ya sea a pie, conduciendo o -a caballo- harán la ciudad más segura. Personas uniformadas con chalecos antibalas, automóviles compactos, rifles de repetición automática y una canana de balas a través de la espalda. El mismo objetivo se puede lograr con una resortera y buena práctica. Cuando llegue el río lo cruzarán, no tengo duda, sea el Rubicón o el Balsas. El Trópico no los vence, ni la lluvia, ni los monstruos. Son invencibles, con o sin jeep, sólo tienen que inflar bien las llantas.
Créditos de la imagen: Pixabay
Adrián Hernández Santisteban
Letras tropicales
Editor de La idea lista
Un texto muy muy divertido ¡Gracias!