LXIII Edición: Temporada de lluvias

¿Subir es crecer?

No entiendo lo que implica avanzar en ascendente, menos cuando bastos individuos se apropian del verbo “Crecer”.
Crescere, será entonces contrario a fallecer; un decrecer, que suscita las más fantasiosas y ambiciosas caídas. He ahí, unos cuantos seres humanos que perviven de abajo hacia arriba, porque al revés no hay grandes tragedias. Sólo aquellos que envidian tal brillo para, ciertamente, arrebatarles su crescere.
Digamos para ellos, que “ir delante de”, de acuerdo a variables que no puedo sortear, pero que sí podemos deducir lógicamente, se relaciona con bienes tangibles o por sobre todo intangibles que acarrean un efecto de flash. Los flashes, tienen esa potencia de deslumbrar. Sea el dinero, la seguridad aparente, como un cuerpo domesticado y ajustado, hasta los devenires de éxito que acarrea cada uno, sea por separado o también muy juntos.
De esta forma, en efecto, las escaleras van siempre subiendo; sin embargo, en una conversación con un tipo sabio, esgrimió que lo mejor era descender en tanto una manera de afrontar decididamente los obstáculos. Allá esta persona con su flash, de querer descender, por pura gracia de estar en uno y otro problema.
Me imagino que usted y yo, por la cobardía imbricada en cada uno de nosotros desde la más genuina miseria de nuestros antepasados, siempre hemos aspirado a estar más allá del Everest sin que nadie nos mostrara el mismo. Podemos, como van las cuestiones trazadas acá, hacer una retórica infinita de la mal gastada parábola del escalador. Permítame agregar nada nuevo a esta cuestión: trata de que hay unos cuantos que se caen de capricho o esperan que eternamente les den una mano para avanzar.
Entonces, los amigos del cénit, que llegaron demasiado pronto en su crescere, quedan limitados por el flash del miedo, puesto que muchas veces la herencia tampoco lo imaginó y peor aún se lo permitió: tierra desconocida para el novel. Otros, extravían toda productividad, mirando con recelo al que por pura ambición de flash crea las más bellas melodías. De ser así, aparece la mirada del estancamiento. Algo altamente menospreciado y usufructuado.
Como buena teoría circular, el flash emerge desde las cenizas de la más cruenta competencia o en el menor de los casos en un flash resuelto que sigue buscando incansablemente los mejores flashes. El primero es del amor idiota, el segundo es una creación de creación.
Hay flashes para todo ser humano, la cuestión es que a veces acontece un efecto de crisis vocacional, no hay por donde. Esos son altamente dolorosos, los más tristes. Busque y encontrará, quizás usted sabe lo que es no portar un flash de vez en cuando.
Para que lo hagamos simple, es una tarde cayendo un domingo cualquiera. De otro modo, es un fallecer en su autoexigencia.
Terminemos con un consuelo para todos, mientras unos están subiendo otros bajan, en simultáneo, al mismo instante, aunque si usted mira bien, muy detenidamente, habrá unos como detenidos moviéndose en cada compás con los movimientos ascendentes y descendentes. Le sugiero que se fíe de ello, y si puede más, únase un poquito. Les hace falta compañía. Así tendrá otro flash, un crescere decreciendo. Es humilde y algo ingenuo. Vale la pena.

*Créditos de la imagen: Pixabay, PublicDomainPictures, https://pixabay.com/photos/abstract-abstraction-acceleration-219915/

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