LXIII Edición: Temporada de lluvias

Nostalgia del polvo

Texto finalista del IV Concurso “Muerte y Naturaleza” de La idea lista
(2021)

Y los huesos se levantaron, se revistieron de polvo, y el polvo se hizo carne, se hizo piel, se hizo aliento.

El crepúsculo de nubes sobre el horizonte es un grito de la Naturaleza para que no olvidemos que alguna vez hubo Edén.

Hay seres que han aceptado su muerte, que añoran ser ceniza; pero los sigue atemorizando ese trecho de dolores que algunas veces hay que cruzar.

La pena capital en Estados Unidos, viéndola bien, es un premio. Luego de degustar tu platillo favorito acompañado de la bebida que más disfrutas, te entregan a los brazos del sueño eterno sin afrontar ningún dolor.

¿Qué te costaba dejar al polvo en su tranquilidad? ¿Por qué lo mezclaste con agua y te pusiste a moldearlo?

En la premodernidad hasta el joven más rebelde acepta su destino: el polvo. En la modernidad, en cambio, hasta el más conservador lucha por no llegar a su última morada.

La mordida de Adán al fruto prohibido es un acto de protesta porque lo sacaron sorpresivamente de la inconsciencia del polvo.

Cuando visualizas la grandeza de la Era del Polvo, llega el sosiego porque sabes que todo camina hacia allá.

Mantenerse en la aridez del polvo. El agua es un peligro. Esa mezcla es el germen de la vida, el germen del mal.

La gran pasión por Dios de Santa Teresa de Ávila y de San Juan de la Cruz manifiestan un no categórico a la vida y un deseo profundo de retornar al polvo.

Me picotearán los cuervos, los ahuyentarán los zopilotes y me compartirán con los gusanos. Mis huesos se desintegrarán, serán parte del polvo que ya no quiere ser moldeado.

Ya en la tumba, lo mejor es que ya no piense y que me coman los gusanos.

Si aceptas la fosa y que después no hay nada, apreciarás la vida venga como venga.

Se pudrirá la carne, se desmoronarán los huesos, se esfumarán la envidia, el amor, el odio, la alegría… El polvo reposará tranquilo, libre de emociones.

Nosotros tenemos la certeza de que volveremos al polvo; Dios no tiene adónde volver.

La náusea de las luces navideñas y del vaivén de tumultos acrecientan mi nostalgia del polvo.

En el principio el camino era arduo: morías en fauces de lobos, de pumas, de tigres… Te pudrías, te comían los gusanos. Ahora te llevan a la funeraria y en un santiamén te retornan al polvo.

Tu belleza es secundaria, muchacha pelirroja. Tus pecas dulces, tus senos de radiantes ojos, tu magra desnudez van rumbo al polvo.

La borrosidad de la existencia me angustia. Busco refugio en el sosiego de la Muerte, pero no llego al polvo; quedo enmarañado en la mudez de un grito.

Hay seres que intuyen el bienestar de la Muerte, pero saben que no se pueden suicidar y todos los días salen a buscarla.

Los sencillos de pensamiento no han palpado el horror de la vida eterna, por eso la buscan en Dios. Sin embargo, muchos que se han zambullido en el arte y la filosofía, sueñan con la tranquilidad del polvo y perdurar en la memoria del mundo.

Si no nos esperara la muerte, qué pavoroso sería todo esto.

De la Vida sabemos que nace y que luego cesa. De lo que hay en la Muerte seguimos sin saber absolutamente nada.

La Vida debería asustarnos mucho más que la Muerte, pues al nacer nos internamos en lo desconocido. En cambio, al morir estamos retornando adonde ya estuvimos: al polvo.

Hay una certeza escondida en lo más hondo: terminaremos en la nada; y para distraernos nos inventamos algo.

Por el agujero que queda al cortarse el cordón umbilical, entra el germen de la muerte.

Sabemos que nos vamos a morir, que nos pudriremos, que nos haremos polvo…. y de todas formas nuestra esencia existencial es el apego.

Hay dos ríos que desembocan en el anhelo de morir: el del pesimista absoluto y el del iluminado en éxtasis.

Nunca sabré si ustedes existen. Mi única certeza es el abismo que seré, sin Espacio y sin Tiempo, al expirar.

¿Qué nos lleva a construir, a crear? La consciencia de que todo se extinguirá.

Lo peor que le puede suceder a alguien no es la muerte; por eso se da el suicidio.

La Muerte nos cultiva, nos riega, nos cosecha: somos su alimento.

La puerta de la Muerte está ahí. No la abras, que la abra el viento.

Hay instantes en que añoro ser leña y arder.

El peligro me pone alerta: me hace palpar mi extinción.

Dialogaba conmigo y sentí que lo hacía con la Muerte, que siempre ha sido así.

Mi error primigenio: haber germinado el óvulo.

Se entra a la belleza a través de la cara de la Muerte.

La Muerte es la luz que nos sonríe al fondo.

No hay Paraíso, no hay Dios. El mar eterno es la Muerte: todo desemboca en él.

A veces me llega la noción de que siempre he sido polvo; nunca carne; polvo, polvo…

La vida es una trampa y el ser humano ha buscado miles de formas de mantenerse en ella.

La Nada: cauce infinito del Tiempo en donde reposa la Muerte pura.

Mi gran error en la vida: poner el éxtasis de la creación por encima de todo.

De los alaridos del dolor nace el Cielo.

Ningún legado es eterno: su destino es el polvo.

Hay algo que me aleja de la dicha del polvo: la posible eternidad de mi monólogo.

Ser polvo arrullado por los cantos de Dios.

Todo será polvo… ¿Lo bello? Nosotros lo inventamos.

Quiero volver al polvo y que nada me perturbe, ni siquiera el llamado al Juicio Final.

Mi obsesión: ser parte de ese polvo que hizo Literatura.

Créditos de la imagen: Pixabay, m_ming, https://pixabay.com/photos/chalk-colorful-dust-school-supply-4829602/

2 comments

  • Francisco escribió

    Muchas gracias por el texto. Mi padre murió hace un año. Hace unos meses encargué a una amigo me hiciera una urna de cerámica; hace unos días puse en su interior algo del polvo que alguna vez fue mi padre y lo coloqué en un Encino que él plantó hace muchos años. ¡un abrazo!

  • Santos C.S. Bermejo escribió

    Gracias por compartirlo y crear la espectación.
    Me quedé con ganas de saber si hay esperanza más allá de ese polvo después de haber citado a mis paisanos Teresa de Ávila y Juan de la Cruz.
    Me intriga el títullo de tu libro “20 poemas en desamor y una canción sosegada”
    Gracias

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