LXV Edición: Carnaval

En el corazón del carnaval una magia emerge cada año, transformando ciudades y comunidades en mosaicos de color, de ritmo, de alegría. De jueves a martes, la fiesta toma el control, desatando una explosión creativa que nos invita a dejar atrás la rutina y abrazar lo extraordinario. En esta celebración, las normas se transgreden y los roles tradicionales se invierten, ofreciendo un espacio donde cada individuo puede explorar su identidad en formas que van desde lo hilarante hasta lo profundo.
¡Qué comienzo para esta fiesta vibrante! En un abrir y cerrar de ojos la vida cotidiana se convierte en un escenario donde un doctor puede transformarse en poeta, enamorándose de la belleza de las palabras, mientras que un poeta se convierte en carpintero, dando forma a su realidad en un acto de creación tangible. Esta inversión de roles es una de las maravillas del carnaval; nos recuerda que detrás de cada máscara hay una historia y una faceta de nosotros mismos que anhela ser expresada. La metalidad se disuelve y, en su lugar, surge una liberación que invita a todos a experimentar una conexión auténtica con su entorno y con los demás.
La esencia del carnaval radica en su poder para reunir a las personas, independientemente de su origen o creencias. Las calles se llenan de risas, música y danza, creando un ambiente festivo que une a amigos y extraños en una celebración colectiva. Cada comparsa, cada tambor, cada paso de baile es una invitación a formar parte de algo más grande que uno mismo. En esta comunión de almas, lo efímero se convierte en eterno. Aunque la fiesta dure sólo unos días, sus ecos resuenan, recordándonos la alegría de vivir plenamente.
En este carnaval, las máscaras no sólo ocultan rostros, sino que liberan almas. Al ponernos una máscara, no sólo transformamos nuestra apariencia; despojamos las expectativas que el mundo ha puesto sobre nosotros. Los límites de la identidad se desdibujan y nos embarcamos en un viaje de exploración personal. Podemos ser quienes deseamos ser, aunque sólo sea por un breve instante. Esta libertad es probablemente una de las razones por las que el carnaval resuena tanto en nuestros corazones, invitándonos a desear vivir con más autenticidad.
Sin embargo, el carnaval no se limita simplemente al gozo y la travesura. Cada danza y cada canción refleja un patrimonio cultural profundo y variado, donde las tradiciones se entrelazan con la modernidad. La música, los bailes y los trajes que se muestran son una celebración de la historia y el legado de las comunidades, un recordatorio de que, a través de la alegría, también honramos nuestras raíces. Estos elementos se tejen en el tejido del carnaval, formando una rica herencia cultural que se transmite de generación en generación, creando un sentido de continuidad y pertenencia.
Finalmente, el carnaval, a pesar de su aparente caos, tiene un propósito claro: recordarnos la belleza de la unidad en la diversidad. En un mundo que a menudo parece dividido, esta explosión de vida nos enseña que las diferencias son motivo de celebración y que la riqueza de la humanidad radica en nuestras singularidades. El carnaval nos invita a unirnos en la alegría compartida, a dejar de lado las divisiones y a enfocarnos en lo que nos acerca: nuestra humanidad compartida.
Así, en cada rincón del mundo, cuando los tambores resuenan y los colores, el carnaval se manifiesta como un faro de esperanza, de alegría. Celebremos entonces la belleza y la diversidad de esta fiesta que nos recuerda que la vida es una danza en la que cada paso cuenta. ¡Que comience la fiesta! Y que la magia del carnaval nos envuelva, inspirándonos a ser quienes realmente somos en un mundo donde todo es posible.
Créditos de la imagen: Murtaza Ali https://pixabay.com/es/photos/holi-ni%C3%B1a-indio-india-danza-2416686/
¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿A dónde iré? Al dejar este planeta, éstas son las preguntas motoras que se hace mi existencia para navegar en este camino de búsqueda. Al recorrer el mundo, librando batallas internas por distintos senderos, me encontré con falsos gurús. Sólo terminaba más confundida pero a la vez agradecida al final del camino por comprender que tenía que ser así. Vi la parte positiva llegando a mi verdad de que no necesito dogmas religiosos para unir mi cuerpo, mi mente y mi alma. Ésta soy yo, energía compactada por la gravedad es este cuerpo. Yo soy esta energía dentro y que está aquí para crear, sentir y enviar amor en cada respirar.
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