LXIII Edición: Temporada de lluvias
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Mi abuela, María de la Purísima Concepción, es una mujer de noventa y dos años que vive en un pequeño pueblo llamado la Concha -donde antaño se localizaba uno de los ingenios azucareros más importantes del estado de Veracruz- ubicado en las cañadas del municipio de Jilotepec; ella regresó a vivir allí de por vida después de que el sismo del 2017 abriera tales grietas en su psique y corazón que juró no volver más a la ciudad de México.
Ella dejó su piano -el cual fue herencia de su padre- pero se llevó a Melibea y a Botas -gatos de cepa jarocha- quienes la han acompañado durante estos últimos ocho años; también se fueron con ella todas las imágenes del mundo, las cuales plasma -con pluma y en papel- a través de una letra que evoca la musicalidad de las olas del Atlántico que revientan en la costa, a pocos kilómetros de su casa. Y si Ehécatl y Eolo lo permiten, despejando el cielo, la Concha -desde su huerto- puede observar aquél marítimo concierto.
De muy niña, María de la Purísima Concepción viajó por muchas partes del mundo -su padre era miembro del cuerpo diplomático-, vivió en Irak, Líbano, y Japón, desde donde regresó por mar a su tierra natal cuando el gobierno mexicano le declaró la guerra a las fuerzas del Eje. En aquél viaje paró en algún punto de la costa Californiana, allí, recuerda con mucho enojo, los campos de concentración en donde los estadounidenses tenían presa a la población japonesa, -¿qué culpa tenían ellos de que su gobierno declarara la guerra?- termina siempre diciendo cuando cuenta aquél momento de su vida.
María de la Purísima Concepción, Concha o Cocón, adquirió este último mote cuando en el Uruguay, su madre -mujer de moral implacable- se enteró de que “Concha” también evocaba a aquél famosísimo cuadro de Gustave Courbet; razón por la cual ese nombre no se volvió a mencionar en la familia. Por designio de los Dioses y gracias a ese temblor, mi abuela terminó por vivir en el origen del mundo: la Concha.
Créditos de la imagen: colección del autor
(Editor de La idea lista) Nací un 25 de diciembre de 1984. Soy un caminante y glotón empedernido, mi relación con el mundo es a través de los sabores y texturas. De en veces escribo historia, las más, bailo y cocino. La historia es el arte de observar las estrellas y las constelaciones, el pasado nos llega como la irradiación de lo que alguna vez fue, de nosotros depende la interpretación.
Precioso homenaje a tu abuela