Había una vez…
XLVIII Edición (II Aniversario)25 de abril de 2022Te soñé muchas muchas veces, fue inevitable no sentirte y olerte antes de conocerte. Finalmente llegó el día, no lo esperaba, pero llegó.
Cuéntamelo todo, dijiste, saltábamos de una conversación a otra, no sabíamos donde empezaba ni donde terminaba, duró cuatro días, terminé tremendamente confundida, nunca antes así. Me fui corriendo, como siempre salí huyendo, pero por la puerta principal.
Me aislé por mucho tiempo, viví en mi mente, en mi cuerpo, cansada siempre para no tener que pensar demasiado. Pero dejé de estar preocupada en el momento que te conocí a pesar de tu frialdad, sarcasmo y exceso de realismo, deje de estar preocupada, sobre todo eso.
La guerra con Ucrania ya se veía venir, sé que no es justificación para nada matar o invadir, pero no puedo dejar de pensar qué hay un exceso de enfoque en un conflicto sin inicio… y quizá sin final. Me propongo a no pensar en por qué nos enfocamos en algo así y aplaudir las sanciones impuestas en Rusia, cuando otros países invadieron Afghanistán por veinte años, Iraq, Siria, lanzaron dos bombas atómicas, intervinieron en la política interior de Chile, Argentina, Venezuela, México, Nicaragua, El Salvador, Panamá y siguen tendiendo a Puerto Rico como una colonia. Y a ellos, ¿quién los sanciona? Nadie, es más sigo haciendo encuestas random y sigue habiendo hoy en día personas que me siguen diciendo “I wanna go to America”. No puedo dejar de pensar en esto y otras cosas más.
Los sentimientos de radicalismo religioso en México y muchas partes del mundo han cambiado por nacionalismos que hacen lógica la idea de ciudadanos dispuestos a morir por sus países, por la idea de defender el Estado-nación, una creación geopolítica. ¿Estarías dispuesto a morir por la idea de defender la soberanía y la democracia en tu país? Honestamente yo no, no estaría dispuesta a morir por esta idea. Moriremos como parte de un ciclo natural de vida, quiero morir porque ya no hay más que pueda hacer en este mundo.
Al mismo tiempo tenemos momentos en los que nos damos cuenta que una sola persona no puede complementar nuestra vida. La ausencia, el desapego, el amor, la tristeza y la absoluta soledad nos lleva a decir que podemos quizás estar acompañados de mil personas, pero siempre extrañar a la misma. Entonces nos aferramos a la idea que quizás, así como el nacionalismo, el amor es una idealización por la que también estaríamos dispuestos a morir, yo no. El amor no se cuenta con sacrificios, para mí sería la capacidad de hacer feliz a las personas que te preocupan y que te rodean. Mi problema quizá es que no las quiero lejos, sobre todo éstas que me hacen felices. Les suplico, no te vayas por favor.
Entonces -me pregunta- ¿qué quieres? No sé, no sé qué quiero, pero lo que sé es que si pudiera congelar este momento en un espacio infinito, en donde no te separarás de mí y me dijeras una vez más te amo, así al oído. Lo quiero eso y lo quiero todos los días, no quiero que se vaya y que se acabe. Quiero decirte tantas cosas, que no me atrevo a ti. Niña que aún no naces, te digo, nunca tendrás que preocuparte, tienes a tu mamá. Pero a ti, que te vas y vuelves, quiero decirte que te espero cada minuto, que estás en mí, pero que no quiero cambiar tu vida, que tu refugio y tu guarida es aquí, no te juzgo y no pido más de lo que puedes dar.
No volvamos más a la guerra, ésa que no nos corresponde, la del nacionalismo. No vale la pena enojarse con un lugar por su sistema político, tampoco lo vale sacrificar la vida de nadie por idealismos creados para salvaguardar la estabilidad económica de aquellos pocos. Entonces, me preguntas, ¿qué vale la pena? Bueno acércate un poco más que te lo digo al oído, vale la pena éste y muchos momentos más contigo, decirte en tu propio idioma que eres importante para mí, que me hace feliz verte sonreír.
Escuchamos entonces en medio de la guerra, en la mañana, cantar los pájaros urbanos, para después limpiar una mesa de lluvia ácida. Sí, claro la humanidad y su contaminación también afecta nuestra pequeña burbuja. En medio de todo esto, aún tengo ganas de ti, aún te digo que sí vale la pena, que no te preocupes, que nada malo te pasará y que sé que desde lejos te pienso, que el pensamiento viaja y que cuando te pienso te veo feliz y procuro que siempre estés bien. Aún tiemblo y sudo cuando te veo. No pasa, me dices, ¿Por qué aún no me miras a los ojos? Porque no puedo tienen un embrujo que me atrapó desde el día que los vi, me tienen hipnotizada, nunca antes lo tuve esto dentro. Estoy segura que tú me has hecho algo.
Volvamos a dónde todo empezó. No, tampoco al origen del universo. Entonces me preguntas, si lo que dejamos que pasará a lo largo de nuestras vidas son sólo las consecuencias de haber siempre promovido dejar fluir las cosas sin pensar en el futuro. No, no quiero que mis hijas piensen que deberán depender en una sola persona para ser felices, no en mí, no en su padre y tampoco en nadie más. Quiero que sepan que la felicidad sólo la encontrarán con un complemento de cosas que pasan en nuestras vidas, no sólo en una persona o en un momento, no quiero que se aferren.
Le repito, y le pido que me repita, todo estará bien, pero aún así existe esa cierta línea inquebrantable de incertidumbre, pero es esa la vida. Nuestra capacidad de a pesar todas las guerras y circunstancias ser capaces de enfocarnos en esas personas que en realidad nos importa. Sin perdernos en la propaganda de las notificas y la desinformación de los medios donde nos aseguran que ésta es la peor de las guerras, que el mundo se acabará, y entonces repito, ¿cómo Afganistán ha sobrevivido a más de 30 años de guerra? ¿A la última invasión de los Estados Unidos?
Tengo un objetivo esta vez, quedarme y no huir. Quiero disfrutarlo un poco más, quiero terminar este libro que empecé. Déjame que te diga una cosa más, pase lo que pase no podremos detener el tiempo, pero tienes que salir de mi cabeza cuando no estás presente, no puedo concentrarme. Vayamos cerca o lejos, siempre nos perseguirá la sombra del miedo al fracaso amoroso o profesional, somos seres complejos llenos y llenas de ilusiones, emociones y motivaciones. Me complace mucho el olor de la lavanda en tu cabello o quizá el sabor del café en la mañana. No he tomado maté desde hace cinco meses, se me ha terminado, sin embargo no lo extraño. Ocupaste hasta ese vacío, ese placer ha sido saciado.
Estoy aquí, mi mente y mi cuerpo están unidos, puedo sentirlo todo como un estado alterado de conciencia, quizá como la primera vez que consumí LSD, cuando pude ver a las nubes bailar Sasha y respirar el aire puro. Mis niveles de paciencia y tolerancia religiosa han mejorado mucho, sin darme cuenta había sembrado semillas de odio por algunas cosas que me parecían ilógicas e irracionales.
Lo que más me atrae es la locura que esconden las cosas, nunca busco lo lógico, sino lo cósmico lo energético y lo que no sé ve, lo que no tiene una explicación social sino más allá de lo científico. Piensa bien, cuánto tiempo más estaremos aquí en esta tierra como humanos, quizá nos convirtamos en planta o en insecto, pero esto que pasa hoy y mañana sólo pasará una vez. No lo dejes escapar por buscar una explicación o una definición. No puede ser tan difícil, te lo juro. Tampoco somos las personas más importantes, somos sólo una persona más aquí, así seas Nelson Mandela, mañana no estarás.
Yo quiero la libertad, pero no ese concepto donde hemos dejado de sentir por vivir esta vieja rutina de ir día a día sin detenernos a contemplar el origen de nuestras conciencias. En realidad, somos un cumulo de memorias y actos que estamos aquí no para descifrar nada, sino para protagonizar un espectáculo individual que a nadie le importa, pero nos gusta pretender que la gente nos observa y que somos el origen de las cosas. Entonces, me preguntas, ¿qué somos? Ven, acércate que te dire. Te dire somos la consecuencia de actos.
Pero, ¿vale la pena seguir esta conversación sobre la guerra y la invasión? Entonces si existe esto que la gente está viviendo, no he tenido tiempo en realidad de leer y pensar que soy afortunada como lo es mi familia, estamos vivos, tenemos todo lo que queremos y seguiremos por este camino aún quejándonos sin pensar que siempre puede ser peor. Entonces qué haremos cuando todo esto pase. ¿Qué edad tendremos? Habrán pasado al menos cinco años cuando de Ucrania no quede nada, ni las cenizas. El efecto para el mundo es la seguridad alimentaria, la dependencia energética, las migraciones masivas y las generaciones de odio.
Bueno, entonces me voy al Medio Oriente, pero me doy cuenta que existen más países que se han declarado independientes, pero aún otros estados y organismos internacionales no los reconocen, como ha pasado con Transnistria y ha pasado con Cataluña. Entonces tenemos una discusión sobre los pasaportes y nos damos cuenta que todas las personas necesitan un pasaporte reconocido para poder viajar fuera de sus espacios territoriales. Espera, te digo, eso no es suficiente, aún si tienes el pasaporte, te harán falta las múltiples visas que necesitas para tránsito y destino. Pero que mierda de mundo es éste, somos unos prisioneros de nuestro propio destino. Me dices, nadie elige el país donde nació, pero al final es parte de su identidad. Bueno, comencemos de nuevo, por la mañana te levantas y te das cuenta que los italianos dicen que toman el mejor café del mundo. A ellos les digo, ustedes ni si quiera lo cultivan, o se ensucian las manos haciéndolo, ustedes lo procesan. Volvamos al cacao, también es algo que he aprendido a apreciar, sabemos que era una bebida sagrada para los mayas, todos ustedes que comen Hershey’s- han probado una bebida tradicional de cacao con agua y sal o agua y un poco de chile, o simplemente agua y cacao – No, estoy segura que no, hemos pervertido eso, desde el café hasta el cacao, llenándolo de azúcar y prensas francesas, ¿por qué no nos conformamos con lo que se ofrendaba a los dioses? ¿Por qué nuestro dios es humano y no una clase de paganismo? Estoy cansada de todo esto, no puedo más con esta sociedad que se ha convertido en una especie de masa sedentaria que no deja de consumir cosas que no necesita y de cagarse y orinarse en el agua potable que si necesita.
Tampoco puedo sólo alejarme y pensar que si me aíslo todo estará bien, porque después tengo que cuidar a mis hijas, enseñarles que ellas serán felices pase lo que pase, porque les enseñaré a serlo. Quizá lo único que me hace pensar esta guerra es que nuestra vida podría acabarse mañana y como diría mi amigo Grinch, “nuestro tiempo en esta vida es un parpadeo de los dioses” Si la vida se acabará mañana te diría una cosa más. He pasado los mejores momentos de vida cuando no planeo lo que pasará, dejemos de pensar en el futuro y hagamos nuestro mejor esfuerzo por no lastimar a nadie ni a nada intencionalmente. Seamos moderados y moderadas en nuestro consumo, amemos y seamos apasionadas, respetemos a la naturaleza y salgamos a disfrutar el aire puro que aún nos queda en las montañas y el mar. Dejemos de desear frutas y verduras que no son de temporada o de esa región, no promovamos la pesca excesiva y desmoderada, dejemos de comprar carne brasileña que sólo promueve la deforestación. No caigamos en la Tamara de cambiar nuestros celulares cada año sólo porque Telcel nos dice que somos buenos clientes. No adquiramos una nueva tarjeta de crédito. Defendamos nuestra identidad a partir de nuestras características culturales y no a partir de nuestra nacionalidad. No creamos en los Estados-Nación y sus fronteras, tratemos por una sola vez de no juzgar o culpar al gobierno o a la administración pública por todas las desgracias nacionales, al final nosotros hemos votado por esa gente y también ellos son parte de una maquinaria rutinaria atrapadas y atrapados en un sistema burocrático innombrable. Promovamos el arte abstracto y no sólo el cine barato de propaganda absurda, no creamos en estereotipos de belleza que sólo promueven presión social en la vida de las personas y promueven estructuras sociales patriarcales monógamas y heterosexuales. Creamos en el amor y su fuerza para curarlo todo, como la sopa de nuestras abuelas cuando caíamos enfermas, esa sopa que cura hasta los peores resfriados o la varicela.
Me despido diciendo que he conocido a los mejores escritores improvisados en esta revista, más que en mi club de lectura, qué estos espacios son también aquellos lugares que deben promoverse y cuidarse como nuestras costas, mariposas, aves y montañas.
Créditos de la imagen: Proporcionada por la autora.
Me gusta la naturaleza más que la ciudad, disfruto la montaña tanto como el buen maté en el frío. Los animales son mis mejores amigos, montar en bicicleta mi pasatiempo favorito. Escribir, viajar, cocinar, leer y compartir lo considero parte indispensable de mi vida. Cambiar la manera en la que vivimos, consumimos y producimos es mi sueño utópico. Aislarme mi refugio inevitable, tomar té de jengibre y tocar la flauta, me gusta tanto como estirarme por las mañanas cuando creo que soy un gato.
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