Sándwiches de moscas para las ranas
XLVI Edición (De la tinta al teclado)28 de marzo de 2022Iba con mi copa de vino por la calle y una botella a la mitad en mi mochila, el clima era una delicia, nubes escarlatas en el cielo que no se veían demasiado densas y un aire fresco que me acariciaba el rostro sonriente, le daba una mordida al brócoli que traía en la otra mano, llevaba una rana húmeda en el bolsillo de mi camisa con la cabeza asomándose, era mi acompañante en esta última faceta de la tarde, la saqué a pasear, le dije que iríamos al parque, conocía un buen charco por ahí donde seguro podría congeniar con otros de su especie y nadar de paso con algunos de los renacuajos. De repente un olor fétido se coló por la lengua de mis fosas nasales y degustó la náusea de un camión de basura, por poco y me hace devolver el brócoli, aguanté la respiración y le di un trago grande a mi copa de vino para estabilizar mi energía, mi rana atrapó una de las moscas que seguía al camión, al menos a ella le había sido de utilidad, la vi a los ojos y parpadeamos al mismo tiempo, le sonreí y seguimos caminando.
Sonó mi celular y era una de mis hermanas, Graciela, me preguntó cuándo descansaba y le contesté que hoy era ese día, dato triste porque ella quería invitarme mañana a salir al centro para que fuéramos a un restaurante buffet con sus hijos, pero me tocaría trabajar todo el día, al final quedamos en salir la siguiente semana a ver una película al cine porque hacía mucho que no hacíamos algo.
Un dolor punzante me pobló desde la planta del pie izquierdo, las suelas de mis tenis eran muy delgadas y me clavé un vidrio de botella donde inicia el dedo gordo, me senté en la banqueta y me quité el calzado, la calceta estaba roja y húmeda, cuando me la quité un cuero me colgaba del dedo, no paraba de sangrar, le tomé una foto con el celular para después hacer un dibujo, me eché saliva en la herida y me limpié con el calcetín empuñándolo para ver qué tan profunda era la cortada, unos niños pasaron en sus bicicletas y me observaron, se perdieron al dar la vuelta en la esquina. Me estaba ardiendo, le dije a mi rana que esto llevaría un tiempo, saqué una hoja de papel de mi libreta y me envolví el dedo, después exprimí las gotas de sangre que le quedaban al calcetín y me lo volví a poner, el papel era rígido y se sentía incómodo, pero me dije que debía aguantar el dolor, saqué la botella de vino y rellené la copa, la puse en el suelo y me puse el tenis, al agacharme para hacerle el nudo a las agujetas la rana se me cayó del bolsillo y fue a dar directo a la copa, pasaron algunos segundos hasta que reaccioné, más no sabía si sacarla con las manos o vaciar la copa en el suelo, esto último no es algo que quería hacer así que intenté sacarla con los dedos pero se me resbalaba, ella también intentaba aferrarse con sus ancas pero no funcionó sino hasta que su lengua salió furiosa y se enrolló en mi dedo, entonces se jaló hasta mi mano y caminó tambaleándose por mi brazo, pero en un descuido cayó hasta el suelo y convulsionó, la quise agarrar con la mano, pero estaba resbalosa y se me salía de la mano, quedó boca arriba y se me ocurrió picarle la pancita con un dedo por si hubiera tragado mucho vino y para que no se ahogara. Ello hizo que se me olvidara lo de mi dedo gordo y el susto me pasó una angustiosa factura, hasta que por fin regurgitó la rana y vomitó la mosca que se había comido, intentaba levantarse pero sus movimientos eran torpes. Me reí, se me había emborrachado, le dije -¡salud!- y le di un gran trago a la copa, le extendí la mano para que se subiera y devolvérmela al bolsillo, le pedí disculpas por el descuido y continuamos caminando hacia el parque. Yo también ya estaba sintiendo un poco la mágica reacción de la embriaguez, sensación que me hizo apretar el paso, miré el cielo y me imaginé un paraíso lleno de ranas ebrias, me imaginé que yo era una y que saltaba entre los árboles, que me gustaban los sándwiches de moscas, que me sumergía en grandes copas, que no tenía que trabajar para nada, que viajaba en los lomos de las palomas, que ascendía hasta los edificios, que podía sacar telarañas por las ancas, que me balanceaba entre los edificios como una rana araña, ja, ja, una película para renacuajos proyectada en el estanque más cercano con la luz de las luciérnagas. Ah, sin duda la alegría caminaba por las arterias de mi corazón, me preguntaba qué pasaba por la mente de mi rana borracha, cuando volteé a verla me di cuenta de que ya estaba dormida, no muerta porque me fijé que estaba respirando, así que pensé que no tenía mucho sentido ir hasta el parque, mi rana estaba teniendo un viaje onírico de anfibio, nos regresamos a mi casa lo cual me pareció bastante bueno porque sentí que mi dedo seguía chorreando sangre, no le prestaba mucha atención al dolor, pero me fijé que en las pisadas se marcaba un pedazo rojo de mi suela, las ranas no usan zapatos, las ranas no usan celulares, las ranas no usan medicamentos, las ranas no usan vendajes, las ranas no diseccionan personas, las ranas no se pierden en los colores de la televisión.
Cuando llegamos a casa saqué unas cervezas del refri para bebérmelas mientras me cortaba el cuero del dedo, me eché alcohol y me envolví un pedazo de venda. Puse a la rana en una servilleta y le arrimé un par de cucarachas muertas por si quería cenar algo, pero se quedó dormida, la resaca le llegaría sorprendente a la mañana siguiente. Encendí la televisión y en GDL noticias anunciaron la muerte de un pequeño que se había estrellado contra el tren ligero por querer ganarle cruzándose las vías, su cuerpo había quedado embarrado en los rieles, al parecer había jugado carreritas con unos amigos suyos, me pregunté si eran aquellos niños que me habían visto en la banqueta mientras me examinaba la cortada, quizá, sólo quizá, me hubiera tocado ver aquella escena si la rana no se me hubiera puesto borracha, pero, ¿qué sé yo sobre el destino, qué sé yo sobre la muerte, qué sé yo sobre las ranas? Sé que tengo que orinar el vino, y no sé cómo voy a hacerle para curar la resaca de la rana mañana.
Créditos de la imagen: Pixabay, koker100, https://pixabay.com/photos/pepito-skirt-steak-cake-food-1029998/
En 2021 se publica el primer libro de John Magno, Idiota como un pez, que presenta relatos de corte imaginario y medianamente extraños. Ganador del IV Concurso de La idea lista “Muerte y naturaleza” con su texto Vagabundus.
Eres un chingon, man. Bien hecho.