Manchas de café
XLVI Edición (De la tinta al teclado)28 de marzo de 2022Entre mis colecciones de libros, encontré una de mis antologías de cuentos favorita llamada Días de Quebec. Uno de los autores, Bertrand Bergeron, en su cuento “La angustia de la página blanca” hace referencia al bloqueo del escritor y el miedo a enfrentarse a la página blanca. Por momentos me pareció absurdo, pero no dejo de interesarme, y me puse a reflexionar el método de cada escritor. Todos tienen sus propias inspiraciones, su forma de pensar, sus temas, técnicas y ambientes para trabajar, agregando que vivieron diferentes experiencias a las mías.
Muchos imaginan a un escritor sufriendo porque no encuentra una idea y está bloqueado con miedo a enfrentarse a la temible página blanca, entonces, tiene que sacar su mejor reserva de vino y embriagarse como poeta maldito, desahogándose de manera patética con prostitutas maliciosas, mientras lo escuchan disimulando su aburrimiento y hastío.
Para mí no existe ese bloqueo y las páginas blancas están en cuadernos nuevos. Tampoco espero sentado a la musa en un café, siempre pienso que no tengo musa, tengo una dominatriz rubia, con atuendo de cuero, con botas largas hasta el muslo, corsé y guantes largos, exigiéndome con su látigo que escriba lo que sea, de hecho. Mis ideas vienen de frases tan absurdas y sin sentido, a veces son anécdotas de mi vida o de otros, o sólo sustraigo frases de alguna platica amena y sólo paro oreja, ahí estoy de chismoso, atento a la mejor frase.
Tampoco espero un momento para relajarme, en Chilangolandia es difícil buscar un momento de paz interior, a veces creo que el ruido de las motos me sirve más que el dulce canto de las aves. Ni busco un parque limpio con un cielo azul mientras la gente pasea comiendo helados.
Antes de la pandemia, me iba a una cafetería con mis portafolios, siempre cargaba un libro, mi iPad, un cuaderno, una pluma, mi celular y mis audífonos. Pedía un café, algún pastelito o galletas, tenía mis cafeterías favoritas, algunas desaparecieron.
Me gusta trabajar con música, por lo general escucho rock, jazz y música electrónica. Cuando escribo cuentos de terror, escucho rock gótico o metal. En navidad escucho toda mi colección de discos navideños y, si quiero escribir algo que me trae recuerdos de mi infancia y juventud, pongo música de los 70´s, 80´s y 90´s.
A cada cuento le hago una lista de la música, me inspire en el programa de radio El soundtrack de una vida conducido por la locutora Laura Barrera, que pasa los domingos a la 1 pm. Sus invitados escogen diez canciones y narran en qué momento fueron parte de su vida. Algún día seré invitado a su programa y pondré las rolas que me inspiraron.
La creación de los personajes es laboriosa. La mayoría es gente que conocí, o sólo observé. A veces los creo como una figura de plastilina y otras veces son experimentos de Frankenstein. Les cambio el sexo, la nacionalidad, la edad, la estatura, lo que se me ocurra. El verdadero reto es buscarles nombre, siempre me planteo si deben de tener un significado, ese es mi conflicto. ¿Debe tener Juan Pérez un significado? Cuando empecé a crear cuentos cortos para un programa de radio, para ahorrarme los detalles de la descripción de cada personaje, en vez de darles nombres como Lola, Elena, Jorge o Luis, les puse un apodo; Perico, Fantasma, Gorda, Gato.
Cuando voy a un café, me llama la atención ver a los jóvenes con sus laptops, pegados a la pantalla y tecleando, pero es raro que usen un cuaderno y una pluma para escribir. Tengo muchos cuadernos con borradores y todavía uso uno que me lleve a Argentina en 2019. Ya sea una pizzería o un café, sacaba mi cuaderno y me ponía a escribir mis vivencias de viajero. El pobre cuaderno ya está deteriorado y percudido, con manchas de café, cada quien tiene sus técnicas y herramientas para trabajar. Woody Allen todavía usa una máquina de escribir, muchos escribieron sus borradores en las servilletas de un café. Mi bisabuelo en un tiempo lo hizo para escribir sus poemas.
Cuando empezó la pandemia mis hábitos para inspirarme cambiaron. Me asomaba a la ventana, veía a las ardillas, a los pájaros, las abejas y a las mariposas del jardín, a la gente pasar con cubrebocas, a las motos y ambulancias. También las visitas al IMSS con mi papá me sirvieron de inspiración. Ya sean consultas o visitas cuando lo hospitalizaron, aunque las experiencias no fueron agradables y el pastelito con café que me acompañaban en mi inspiración fue sustituido por comida chatarra y refrescos. Debo admitir que estar encerrado me sirvió para conocer más de mi familia, supe cómo se conocieron mis padres, cómo era su relación de novios y sobre la primera casa donde vivieron.
En estas fechas he participado en círculos literarios, leyendo y analizando varias obras. He tomado talleres literarios vía Zoom para actualizarme, así pude conocer a otros escritores de diferentes partes del mundo, sus libros y como lograron crear sus obras.
Tengo muchos borradores, con letra tan fea que apenas se entiende, son garabatos y dibujos. Parezco más un grafitero que un escritor, lo cual es una ventaja, ya que así nadie puede plagiarme. También tengo borradores en los USB, algunos sólo tienen una frase, una palabra, una letra, un símbolo o un número. Ya les tocara su momento de ser una historia.
No sé cuáles eran las técnicas de Cervantes, Shakespeare o Dickens, ni los imagino en un momento de su epifanía e inspiración gastando tinta, papel y velas si escribían de noche. He visto entrevistas de escritores que de manera fría confiesan que terminaron una obra completa y la tiran a la basura por considerarla poco digna de su inspiración. Nunca me atrevería a tal cosa. Cuento o relato que no gusto, o no paso en un concurso, lo releo, busco las fallas, lo modifico. Hasta que creo que está listo. Ya sea con pluma o lápiz, cuadernos o libretas, máquina de escribir o computadora, lo que más gozo como escritor es que alguien haya leído mis textos y le haya gustado.
Créditos de la imagen: Pixabay, mgribbon, https://pixabay.com/photos/man-coffee-shop-male-writing-1601033/
(Ciudad de México, 1971) Mis primeros cuentos fueron narrados por Sandra Lorenzano en su programa de Radio, En busca del cuento perdido. Para Radio Pánico escribí Bauhaus en el Cine Opera. Se publicaron cuentos eróticos para la página Extrañas noches VHS y Junín. En la revista erótica 20 relatos eróticos aparece mi cuento MISTRESS XMAS. En Junín, Argentina, recibí el 7° lugar por mi relato Porque odio la primavera organizado por el Instituto Cultural Latinoamericano.
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