Vida soñada
XLII Edición (Temática: Ciudad y peatones)10 de enero de 2022Todos los días, de lunes a viernes, Ricardo se levanta temprano, a eso de las cinco de la mañana, para hacer el desayuno, preparar a su hija de siete años para ir al colegio, alistar sus materiales, tal vez trabajar un poco en casa, llevar a la niña a estudiar, bañarse con agua fría y salir a su sitio de trabajo.
Tiene 27 años y nunca ha tenido un empleo formal pero tampoco le ha faltado la comida. Vive en un pequeño cuarto al sur de Bogotá que dividió con una tabla para darle a la niña privacidad. Dice que tiene todo lo que necesita para vivir. Se mueve en bicicleta con una guitarra en la espalda, tiene el pelo largo, usa jeans, camiseta y tenis cualquiera. Tiene unos cuantos tatuajes en el cuerpo.
Ha pasado casi un año desde que su mujer lo dejó con niña y todo. No sabe a dónde se fue. No la odia, pero lo siente por la niña: “si no me quiere que no se quede conmigo, pero mi Marianita no entiende qué hizo para que la mamá le hiciera eso, y yo tampoco. Le digo que debe ser que tenía algo urgente que arreglar”. No lo dice con tristeza sino con resignación, con el rostro de alguien que decidió salir adelante sin mirar atrás.
Ricardo es un artesano, hace pulseras, collares, cinturones y cualquier cosa que pueda tejer con materiales naturales. Vende su trabajo en una calle cerca del parque de Lourdes. También escribe poesía: “y así con tanto amor que por mucho tiempo le tuve la dejé ir, con la misma intensidad con que la deseaba la empecé a olvidar, porque el amor que resiste y puede con casi todo no es capaz de sobrevivir al desprecio”. Toca guitarra, canta, a veces les pone música a sus textos, la gente se sienta a escuchar, otros artesanos lo acompañan. Es un alegre, es un bacán.
“Mis padres llevan casados 48 años. Se conocieron bien pelaos* y nunca se separaron, pero tuvieron problemas para tener hijos, yo soy el milagrito”, cuenta y se ríe. “Son para mí el ejemplo de lo que es el amor, me dieron una vida muy feliz… me la siguen dando. No cambiaría mi vida por la de esa gente que anda estresada, llena de deudas y problemas, odiando su trabajo y la vida que tienen. Vivo tranquilo, no tengo problemas, no tengo deudas, hago lo que quiero, soy libre. Mi hija es el amor de mi vida y todos los días me enseña algo, también me mantiene disciplinado, y eso a mi edad está bueno”, se ríe y hace un gesto con sus ojos como indicando que tuvo unos años alocados.
Ricardo tuvo su banda de rock en el barrio donde vivía con sus padres, se lo pasaba en la calle. Tuvo muchas novias, viajó por el país casi sin un centavo, conoce mucha gente: “mis padres nunca me dijeron que no hiciera una cosa o la otra, pero yo tampoco hacía nada malo, como que me tuvieran que sacar de la cárcel. No tuve disciplina para nada hasta que decidí ganarme mi propia plata, ahí ya me organicé”.
Ricardo terminó la secundaria pero nunca tuvo interés en seguir estudiando, siempre le pareció que para ser feliz no era necesario, que las instituciones educativas adoctrinan a la gente y la vuelven miserable “pero entiendo que hay que estudiar para ciertas cosas sólo no para mis cosas. A mí la calle me ha enseñado todo lo que necesito saber.”
Ricardo tiene muy claro sus sueños, quiere que su familia esté saludable, que vivan muchos años y sigan siendo felices “¡para qué más!”. Yo gracias a Dios no necesito.
Y así, tirado en el suelo en medio de la gente, el ruido, los carros, los vendedores ambulantes, los perros callejeros y los borrachos que amanecen en alguna fiesta en la zona, Ricardo tiene la vida soñada.
* jóvenes
Créditos de la imagen: Pexels, Da Bihi, https://www.pexels.com/es-es/foto/pared-acera-arquitectura-bicicleta-10727328/
Trotamundos e introvertida, me apasiona el arte, la estética, la naturaleza humana y la ecología. Practico varios deportes, cambio fácilmente de planes y no muchas cosas me perturban. La palabra es un valor para mí, más importante que cualquier trámite legal. Pienso que la espiritualidad es más importante que las religiones, pero respeto cualquier creencia o forma de vida. Creo que en este mundo aún todo está por descubrir.
Gracias Ricardo y Alicia por sus comentarios. Me alegra que les haya gustado.
Saludos florecita rockera, de México, esta chida tu narración. Me recordaron los 90´s cuando visitaba el Tianguis del Chopo y le compraba varias chucherías y playeras a los chavos de ahí, o cuando visitaba a los góticos a su bazar en el Real Under Bar, ahí conocí, músicos, artistas, fotógrafos, escritores y poetas antes de la pandemia. Me fascina el rock en casi todos sus géneros, a ver si me recomiendas artistas o bandas de Colombia, porque en México solo conocemos a los aterciopelados, felicidades por tu texto, vas bien.
Una bonita narracion de un mundo donde se esta extinguiendo el amor : )
Muchas gracias Hugolina
¡Guau! me hiciste recordar varias vivencias… el dinero nunca me fue abundante.
Escribes ligero y bonito ¡Felicidades!