LXIII Edición: Temporada de lluvias

Mi ritual

Querida tía:

Siempre fui una niña consentida, lamento no haber pasado tanto tiempo contigo y es que… vivías tan lejos. Sin embargo, siempre amé todas las navidades que pasé contigo, cuando mi tío me cargaba en forma de guitarra para tocar mi estomago y mis piernas como si fueran las cuerdas de una guitarra eléctrica.

Aunque mi mamá no me daba jamón, tú me hacías las empanadas de jamón con queso más espectaculares del mundo. Gracias por haberme cuidado cuando me operaron de mi ojo derecho después de haber tenido una puntilla de lápiz enterrada y por ayudarme a bajar y subir cientos de escaleras para llegar a tu casa.

Agradezco la complicidad que tenías con mi madre para guardar todos sus secretos, por ser una madre dedicada y una tía amorosa. Sin embargo, me siento un poco frustrada por no haberte podido motivar más para que tuvieras tiempo para ti misma, lamento con toda mi alma que ese viaje que estuve planeando por meses para ti y mamá no se haya llevado a cabo. Amaste más a primos y a tu familia que a tu propia vida, en mi memoria siempre quedará tu olor y tu cabello blanco, en mi corazón quedará tu ausencia y un gran vacío.

No te ofrezco un altar porque no lo acostumbro, no te ofrezco asistir a tus misas o a tus rosarios, porque no soy una persona religiosa, y no es así como te recordaré, no quiero recordar tu muerte si no tu vida, estarás en mis fotografías y recuerdos, pero sobre todo estarás en la risa de mis primos, en el brillo de los ojos de tu nieta y en el agua de sal de las lagrimas de mi abuela.

Hasta pronto, querida tía, te amo.

5 de mayo de 1961 – 1 de noviembre de 2020

Créditos de la imagen:
Pixabay, https://pixabay.com/photos/pencil-pencil-sharpener-tips-on-1238756/

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