LXIII Edición: Temporada de lluvias

Los sherpas, el turismo y las montañas de Nepal

Las montañas son mi sitio de aislamiento favorito. Las largas caminatas son por excelencia mi método de fatiga física predilecto y los paisajes mi mejor método de sensibilización emocional. Por eso decidí emprender un viaje a los Himalayas.

Llegué a Katmandú en 2017, capital de Nepal, pensaba que sería una ciudad que quizá no estaría contaminada, se trataba de la ciudad de las altas montañas y de los montañistas. La realidad es que en ese momento sí lo estaba, había turismo desmedido y caos. A mí parecer el turismo ahí corrompe la importancia de la naturaleza, la gente obsesionada con trazarse metas y con subir las montañas más altas del mundo. Viajan desde otros países lejanos para probar sus hazañas y de lo que son capaces. Pocos de los turistas que conocí se concentraban en la pobreza, la desolación y la desigualdad.

Tomamos un avión a Lulkla para hacer un recorrido de varios días hacia las montañas, la meta era llegar a 6,000 msnm. No me sentía cómoda haciendo el recorrido de las montañas pasando por el campo base Everest pues todos los turistas son llevados ahí. Las caminatas llevan demasiada gente, como si fueran un rebaño. Lo que más me impresionó de la perversión del turismo es que la mayoría de las personas van dejando a su paso grandes cantidades de basuras. Llevan música en bocinas, toman fotografías de sí mismos de manera descontrolada, graban todo con sus celulares y sobre todo… pero sobre todo… ¡hablando fuerte!

Nos desviamos del camino, por tiempo, por razones logísticas, pero sobre todo para evitar el tránsito abundante de gente. Fuimos por un camino solitario lleno de nieve en el que ganamos muchos metros de altura y llegamos al menos a los 5,600 msnm en un día. Por fin no había nadie más que nosotros en el camino, un poco peligroso. Varios ya habían sido evacuados antes. Nosotros no contábamos con teléfonos satelitales, sólo el apoyo de nuestro sherpa que apenas conocíamos y dos muchachos jóvenes que ayudaban con el equipaje de todos, los llamados porters. No sabíamos siquiera si habría campamento base en la montaña donde pretendíamos pernoctar. Mi cabeza empezó a doler un poco, pero no me quejaba, sólo que algunos caminantes siempre te dicen -en cuanto sientas dolor de cabeza debes parar-, pero ahí era imposible.

Tanto en Nepal, como en otros lugares en los que se practica el turismo de montaña, en algunas ocasiones se les ofrece a los montañistas las pastillas para la altura. La realidad es que no sé qué contienen, qué son o sus repercusiones. Todos me dijeron que ayudan a disminuir los efectos de la altura en el cuerpo y asimilar mejor el ambiente con menos oxigeno. Yo decidí no tomarlas. Sólo decidimos parar en pequeños puestos de comida: lentejas, arroz, té y pan. Durante el trayecto más difícil, todos estábamos muy agotados, habíamos caminado bastante y ¡aún nos faltaba! Decidí voltear y vi que uno de los dos muchachos que traía equipaje ¡ya no estaba! Había dejado parte de las maletas ahí con el otro muchacho que estaba agotado también. Decidimos dividir equipaje extra, todos debíamos cargar más, aún faltaba la mitad del camino, la nieve nos llegaba a las rodillas. El muchacho que quedaba le dijo al sherpa que su compañero había presentado síntomas de mal de altura y que había decidido volver y que nos la debíamos arreglar así, con la poca comida que llevábamos a la mitad de la nada.

Llegamos como a las 6 p.m. al campo base de la montaña Lobuche, había lo que parecía ser un campamento, se trataba de una cocina montada con un cocinero en apoyo a una competidora francesa que al otro día subiría al pico lo más rápido posible. El baño se lo había llevado el viento. Hacia tanto frío y la altura podía sentirse en mi cabeza, más de 5400 msnm. Al día siguiente nos fuimos, justo después que mi compañera de viaje subió al pico de la montaña a las 3:00 a.m. Partimos en descenso.

Lo que me quedó de Nepal son las vistas panorámicas de sus montañas, la nieve cubriéndolas, el crujir de las avalanchas de nieve en la noche, las lentejas y el té caliente para comer.

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