LXIII Edición: Temporada de lluvias

Soñando durante 12,800 años

La noche fue muy larga, soñando durante 12,800 años, preparándome para el amanecer, el despertar de un nuevo día. Recuerdo que veía una gran batalla. Tenía escasos diez años, vivía en ese entonces en la ciudad de Guadalajara, Jalisco. A esa edad y en aquellos años todavía era seguro salir. Corríamos, jugábamos encantados, escondidillas, había algo que me impedía seguir disfrutando de risas y secretos con mis amiguitos, me paralizaba y tenía que sentarme en la banqueta, ver personas que estaban en caballos, corriendo, gritando, lanzando rayos, ver en el cielo carruajes, fuego por todos lados, era impresionante – ¡Sólo yo lo veía!- Cerraba mis ojos porque pensaba y me preguntaba si era un sueño – pero no – no era sueño, estaba viendo una batalla, que se repetía cada vez que salía a jugar, también se repitió durante muchos años ya convertida en pesadilla –¡todas esas noches durante 15 largos años!—. Llegaron tres días que pude descansar y fue cuando ese sueño se hizo realidad. Llegó un terremoto en la Ciudad de México, me tocó vivir esos momentos tan terribles que parecían más que un sueño, una pesadilla, y a pesar de comprender que esto ya lo había vivido, no supe prepararme para ese momento.

Fue cuando después de otros 15 años me vino el despertar, me di cuenta que siempre estaba soñando y esto se hacía realidad. Nuestros ancestros mayas lo llaman el día galáctico, tiene día y noche, 12,800 años de día y 12,800 años de noche. Tiene mucho que ver con este nuevo despertar: abrir los ojos, volver a mi realidad interior donde hoy vivo, fuera es sólo ilusión, un sueño, ahora a través de meditar, de conocerme, sé que lo que he aprendido durante todos estos años dormida. Puedo seguir siendo esa niña que corría y jugaba escondidillas, a los encantados. Ése es mi mejor sueño.

Créditos de la fotografía: Pixabay

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