Jardines
V Edición (Temática: Jardines)22 de junio de 2020Amanece en la playa; la costa de Nuevo Vallarta con la vista hacia el Pacífico mexicano. Es un buen día. El mejor de los días aquí. En mi jardín se produce con los cantos de las aves emitidos desde sus nidos escondidos en las ramas de árboles llenos de frutos de flores. También el agua corre cantando a su paso rociando con su salpicar entre las piedras a las plantas que crecen en este hermoso jardín, recordándome que han existido bellísimos jardines en la evolución de nuestra humanidad. El gran jardín del Edén que nuestros primeros hermanos y padres nos heredaron al comer la manzana del árbol del fruto prohibido -haciendo el amor entre dos seres- otro hermoso jardín conocido fue el de Babilonia, los famosos de Versalles y los jardines japoneses. Todos son mis favoritos.
El jardín, el mío en particular, te hace recordar que el amor con el que lo cuidas y haces florecer cada planta dándole belleza con delicadeza para que no le falte energía de sol y agua, sus principales alimentos. Me recuerda que el mayor jardín es mi cuerpo, como lo cuido, lo embellezco, le proporciono energía que nuestro hermano sol nos regala en cada amanecer. Este cuerpo, éste es mi jardín, reflejándome en el canto de las aves, sus frutos, mis logros, sus flores y mis pensamientos.
Nosotros somos parte de esta gran naturaleza, tenemos un gran jardín interior, pero a veces creemos que somos seres ajenos a este gran universo. Que nuestro alimento es otro, en vez que el sol, aire y agua. Tanto las plantas que crecen en nuestro jardín como nosotros necesitamos los mismos elementos para sanar y seguir este camino. De las flores y las plantas aprendemos otro estilo de comunicación, ellas logran enviar amor mediante sus mensajeros, los pájaros y las abejas, a otras plantas. Logran reproducirse y producir alimento para otras especies, además de los seres humanos. Las plantas son de los seres más abundantes en este planeta, están vivos como nosotros, respiran, comen y reproducen. Ahora las plantas no sólo cumplen este ciclo, sino también nos sirven de alimento a nosotros los seres humanos y a otros seres que habitan en este mundo.
Nosotros cultivamos también nuestro jardín interior, éste alimenta nuestra alma. Lo cultivamos cada día con amor y dedicación, dejamos un poco la rutina para contemplar el imponente sol, sentir las gotas de lluvia en nuestros cuerpos, beber agua limpia y sentir el aire con la brisa del mar. Dedicar un poco de tiempo al jardín interior es tan importante, es respetar la naturaleza de la que somos parte y nos rodea. Dejar de pensar que nosotros, los seres humanos, no somos parte de este universo y vernos como un ser superior dominante es una visión errónea. Las plantas son tan poderosas que sin ellas no podríamos vivir o habitar este planeta. ¿Por qué creer que somos superiores a las plantas? ¿Por qué creer que dominamos el planeta y su flora? Por qué no simplemente sentir que somos parte de la misma naturaleza que habita este planeta, que nos componemos de agua, que necesitamos del aire y del sol tanto como lo necesitan las plantas.
Estos días de absoluto confinamiento -por la pandemia- nada han cambiado para mí. Tengo mi jardín, cultivo mis guayabas, mis papayas, mis flores y escucho a las aves cantar por la mañana desde sus nidos enramados. Me siento parte de este jardín que cultivo cerca de la playa, la costa del Pacífico mexicano. Siento que soy afortunada, que cada día que pasa aprendo más de las plantas y los animales. Aún hay mucho que sentir y descifrar de mi jardín interior. Mientras tanto lo cultivo, lo riego con amor, con contemplación y energía.
Al final me doy cuenta que todos los seres que habitamos este planeta somos parte de un inmenso jardín y que todos tenemos un jardín interior. Dediquemos más tiempo a contemplar aquello natural que nos rodea, nos observa y -sobre todo- a cultivar todos los jardines del universo.
Fotografía: Colección propia de la autora.
¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿A dónde iré? Al dejar este planeta, éstas son las preguntas motoras que se hace mi existencia para navegar en este camino de búsqueda. Al recorrer el mundo, librando batallas internas por distintos senderos, me encontré con falsos gurús. Sólo terminaba más confundida pero a la vez agradecida al final del camino por comprender que tenía que ser así. Vi la parte positiva llegando a mi verdad de que no necesito dogmas religiosos para unir mi cuerpo, mi mente y mi alma. Ésta soy yo, energía compactada por la gravedad es este cuerpo. Yo soy esta energía dentro y que está aquí para crear, sentir y enviar amor en cada respirar.
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