El gol de los 100 dólares de Boca Juniors que no vi
I Edición (Nueva Temporada)26 de abril de 2020Estaba sentada en el baño cuando se sintió el movimiento. Techo, piso, paredes, todo vibraba. Era un poco imposible pararse en medio de aquel temblor. Desde afuera llegaban los gritos, los cantos, los brincos: Boca había anotado un gol y la Bombonera palpitaba, se caía de júbilo.
Yo había pagado 100 dólares para ver ese momento, que me agarró en el baño.
Como pude salí, al menos vería la algarabía de esos aficionados que pueden morir por esa camiseta porque “Boca es un sentimiento que se lleva bien adentro”.
Imposible no emocionarse con esa hinchada, que sin importar el frío que se sentía esa noche, un domingo de agosto de 2019 (pleno invierno en el hemisferio sur) llegaba al “templo” incluso con bebés en brazos, a cantarle, a gritarle y a llorarle a Boca.
El partido contra Aldosivi estaba bastante aburrido, pues Boca dominaba sin mucho esfuerzo.
Esa noche se estrenaba el italiano Daniele De Rossi, (que tampoco hizo mucho), y Carlos Tevez, el astro argentino, tampoco sacaba magia de sus botines. Un par de llegadas obvias que Boca no pudo concretar.
Al menos no hasta el minuto 34, cuando Tevez aprovechó un centro que le pasó a todos entre los pies y le dio un empujoncito al balón para darle el 1-0 a Boca.
Bueno eso me contaron del gol, que no vi por estar en el baño. Pero hasta ahí llegaba la emoción con la que cada partido hacía vibrar ese barrio.
Si como xeneize, como se conoce a sus seguidores, es emocionante entrar a la Bombonera, como extranjero más. Uno siente que está en la aventura de entrar a una tierra prometida a la que solo entran los hinchas “abonados”, los que “son de Boca desde la cuna”.
Lo primero es tener 100 dólares (sí, es lo menos). En los hoteles te ayudan a contactar a quién te puede prestar un abono, la credencial de un seguidor de Boca que puede entrar a todos los partidos todo el año.
Una vez hecho el trato, pasan por ti al hotel y te dejan a unas cuadras del estadio, para conocer a quien te dará el abono.
Ahí empieza la aventura. Cual película de Liam Neeson, te dan instrucciones de cuántas puertas vas a pasar, qué decir en los retenes de seguridad cuando te vean el abono y cómo moverte para llegar a tu lugar.
-Te pedirán una identificación. Van a ver tu pasaporte y te van a preguntar que quien te dio el abono, decís que un amigo tuyo al que vienes a visitar.
No se separen, aconseja la encargada al grupo que integramos dos mexicanos, un canadiense y un italiano.
Tratar de pasar desapercibido es lo mejor. En eso ayudó la bufanda comprada un día antes como souvenir, pero en nada para el frío que calaba hasta los huesos y más desde nuestros lugares, en la última fila de la bandeja norte, en el tercer piso.
Justo a unos pasos del puesto de hamburguesas, de pan frío pero carne suave. Definitivamente no las mejores, pero necesarias para darle calorías al cuerpo. ¿Cerveza? no, gracias, trato de no morir de hipotermia.
Al salir volvimos a ver a la encargada de los abonos. Había que entregarlos y luego subir al taxi y volver a nuestros hoteles. Boca ganó 2-0 a Aldosivi. Al 78 Eduardo Salvio le dio el segundo, un tiro desde el área grande que el portero solo vio pasar (ese sí lo vi).
Salimos contentos y congelados de la Boca. Esa noche terminó en borrachera en un bar cerca del hotel, en Palermo, donde mi amigo Jorge y yo estábamos hospedados.
Corrieron el whisky y el gin, a un precio tan bajo que no podíamos decir que no. Era nuestro último día libre en Buenos Aires y había que aprovechar y celebrar: estos mexicanos habían sentido el latido de la Bombonera en sus pies.
.
Esa prosa, ese estilo tan descriptivo, se lo merece un partido del América. Espero un día escribas una crónica del Ame. Bravo, Lizbeth.
Excelente cronica,tan solo imaginar el momento se me enchino la piel,como buen aficionado al futbol es increible tener la oportunidad de disfrutarlo en los diversos estadios del mundo!!!