El deporte es más que sólo una tendencia
XXXIII Edición: (Temática: Deportes)09 de agosto de 2021Para María Inés y Toto
Conocí a María Inés me parece que en el año 2017. Venía caminando por las montañas en Nepal. Decidí pararme en una pequeña tienda a comprar algo, no recuerdo qué, y en la mitad de la nada escuché un acento de una mujer argentina, con el eco de varios otros sudamericanos. Volteé y me incorporé en su equipo, la encontré ahí, toda cubierta para evitar que le diera el sol y le quemará la piel. Le pregunté -¿De dónde eres?–. Lo hice por iniciar una plática, porque ese acento argentino es inconfundible. La voz de Argentina no podría confundirse jamás.
Caminamos juntas un buen rato en las montañas del Himalaya, me dijo –tengo la edad de tu madre seguramente–. Le pregunté -¿Cuántos?-, me dijo –60 años y ya soy abuela–. Ella es maestra de educación física, lleva a los niños a la montaña y les enseña deporte y montañismo. Al mismo tiempo me dijo –mi sueño es llegar a los picos más altos del mundo, hacer sola el Aconcagua, es nunca dejar de hacer montaña, empecé tarde- refunfuñó.
Yo estaba cautiva por dos cosas, primero por sus enormes ojos azules y segundo, porque yo ya estaba planeando encontrarla en Argentina. Por fin, tendría una mujer guía de montaña que no fuera un hombre con quien me sintiera insegura. Al final de nuestra caminata, le dije –Iré a Argentina y te buscaré, ¿me llevarías a la montaña?– Sin duda, respondió y me dio su contacto.
En 2018 fui a Mendoza y le recordé la propuesta. Ahí estaba María Inés con un personaje espectacular, su nombre era Toto. Nos esperaba una pasta a la boloñesa en el hostal, hecha a mano por descendientes de italianos, Toto y María Inés. Toto es un apicultor, aprendí mucho de las abejas en ese viaje.
María Inés es madre de cinco, es maestra de educación física, es abuela y cabeza de familia. Antes de ir a la montaña se encargó de dejar comida preparada para su ausencia, instrucciones precisas y se encargó de la logística alimentaria de todo el viaje. Toto preparó el maté, el transporte y el equipo. Entre los dos decidieron la ruta que tomaríamos. Durante el primer día caminamos y caminamos, ya no veíamos a nadie durante un buen rato. En la tarde me di cuenta de que no podía orinar, tenía un problema severo desde África, de donde había tomado el avión. Toto tuvo que ir de regreso al primero refugio a conseguir un medicamento que me ayudaría a hacer pipí al aire libre. Ahhh, cenamos y dormimos. Caminábamos mientras Toto me contaba que las abejas son tan inteligentes que las abejas exploradoras son las encargadas en el panal de ir a hacer un mapa para las demás de donde se consigue el alimento. Todas las abejas se acomodan de forma que éstas quedan en el fondo de panal trazando círculos en forma de ocho, que serían las rutas o mapas de los lugares donde las otras abejas encontrarán el alimento los días posteriores.
Así pasamos los días, respirando aire limpio en el parque del Aconcagua, tomando maté en las noches, riendo y comiendo. Cuando veníamos de regreso encontramos un grupo de argentinos que venían con un perro, adoptado por uno de ellos que le ayudaba mantener el paso después de haber sufrido una embolia en Nepal.
En 2020 contacté a María Inés, ya había subido al pico del Aconcagua sola. El deporte no es sólo para observarse en las olimpiadas por televisión, el deporte es para apoyar a personas como María Inés.
Créditos de la imagen: Colección de la autora
Me gusta la naturaleza más que la ciudad, disfruto la montaña tanto como el buen maté en el frío. Los animales son mis mejores amigos, montar en bicicleta mi pasatiempo favorito. Escribir, viajar, cocinar, leer y compartir lo considero parte indispensable de mi vida. Cambiar la manera en la que vivimos, consumimos y producimos es mi sueño utópico. Aislarme mi refugio inevitable, tomar té de jengibre y tocar la flauta, me gusta tanto como estirarme por las mañanas cuando creo que soy un gato.
Hermosa experiencia la del montañismo con grata compañía…¡felicidades!