LXIII Edición: Temporada de lluvias

El jardinero noble

Comenzaba la primavera y los parques del pueblo lucían encantadores. La abundancia de flores de todo tipo, abriendo sus pétalos, embellecían lo que Don Benito, el jardinero, llamaba “sus jardines” aunque, en realidad, pertenecían a la municipalidad. Destacaban las orquídeas, los tulipanes y las rosas; había también anémonas, lirios, peonias, hortensias, begonias y amapolas. Los claveles, crisantemos, margaritas, dalias, girasoles, narcisos y petunias abrían sus pimpollos en otra época, pero Benito preparaba sus cultivos para que, llegado el momento, florecieran en todo su esplendor.

Matilda cruzó el portón y le preguntó a la vecina si sabía algo su hija; Rosalba contestó que creía haberla visto caminando en dirección al parque acompañada por Ulysses; seguramente querrían dar un paseo y disfrutar de la belleza de los jardines floridos. La madre de Julieta se molestó mucho; ella no le había dado permiso para salir y, menos aún, reunirse con nadie.

Lorenzo y Simón estaban tumbados debajo de un árbol, reposando. Matilda los llamó y con voz trémula les ordenó ─¡Vayan de inmediato a buscar a su hermana y tráiganla a casa!. Ambos se dirigieron al parque, pero después de recorrerlo y no encontrarla regresaron, “con la cola entre las patas”, para darle la mala noticia a su madre.

Matilda comenzó a preocuparse; anochecía y Julieta no regresaba. A medida que pasaban las horas se sentía cada vez más nerviosa y asustada. De pronto le vino a la mente un trágico suceso… cerca de un año atrás, Sandro, su última pareja, había desaparecido; días después, cerca de un bosque, encontraron sus restos junto a lo que parecían ser residuos de una fogata.

Esperaron toda la noche, pero la joven no apareció. Aunque nadie quería admitirlo, lo primero que pensó la familia fue que, o bien había sufrido un accidente, o tal vez la habían raptado, pero… ¡¿quién querría hacerle daño a Julieta, a quien todos conocían y querían en el pueblo?!

Al día siguiente, Matilda, junto con sus dos hijos mayores y algunos vecinos, salieron a buscar a la joven desaparecida. Mientras recorrían la zona se cruzaron con Rosi y Antón; sus rostros denotaban preocupación. Les preguntaron qué les sucedía, a lo que contestaron que, el día anterior, su hija Lulú había salido en dirección al parque, donde se encontraría con amigos para disfrutar juntos de la belleza de sus jardines florecidos. El problema era que la adolescente aún no había regresado a su hogar.

El grupo que rastreaba a Julieta no podía creer lo que escuchaba… ¡otra joven desaparecida!… ¡¿qué estaba sucediendo?!… ¡¿acaso las habían raptado?! Todos estaban muy asustados. De inmediato los padres de Lulú se unieron a la cuadrilla para salir en busca de las adolescentes.

En ese mismo momento, a pocos kilómetros de allí, por un camino adyacente a la carretera principal circulaba un camión que transportaba, en su enorme caja, una gran cantidad de flores que se cultivaban para hacer los arreglos que luego eran vendidos a las florerías. En medio de miles de pimpollos, sobresalían, apenas, las cabecitas de Julieta y Lulú; estaban atadas por el cuello y se veían aterradas.

De pronto, de la nada, surgió una camioneta; la conducía Don Benito. Siguió al camión por un buen rato, intentando que se detuviera; como no lo hacía, el buen hombre apretó el acelerador y lo interceptó. Una vez que ambos vehículos se estacionaron, Benito salió al encuentro de los dos muchachos que se estaban llevando a Julieta y Lulú; indignado porque esos individuos, además de raptar a dos jóvenes inocentes, intentaban cubrir ese acto vil y despreciable utilizando algo tan bello y prístino como las flores, les gritó ‒¡Libérenlas de inmediato o llamaré a la policía!- Los dos chicos se acobardaron, desataron a Julieta y Lulú y las ayudaron a bajar del camión.

Benito, seguidamente, las hizo a subir a la caja de su camioneta y sin mediar palabra arrancó y se alejó rápidamente del lugar. Poco tiempo después llegaba a su finca; luego de consolarlas les ofreció agua y las invitó a pasar la noche en su granero, donde podrían estar solas, tranquilizarse y descansar sin que nadie las molestara. Al día siguiente él iría a buscar a sus familias.

El grupo que rastreaba a las jóvenes caminó durante horas; cuando ya se estaban dando por vencidos divisaron, a lo lejos, una finca rodeada de jardines colmados de flores. En medio de los cultivos vieron a un hombre. Mientras se aproximaban, Matilda, que tenía buen olfato, exclamó ‒¡Hagan silencio… mi Julieta debe estar cerca de aquí… puedo oler su aroma!. Todos permanecieron quietecitos y pararon las orejas; a los pocos minutos oyeron sonidos que provenían del granero; se acercaron sigilosamente y al mirar dentro vieron a las dos jóvenes recostadas sobre flores de heno; se las veía muy cansadas y sus grandes ojos denotaban miedo y desconfianza.

Matilda, Rosi y Antón se sentían tan felices de haber encontrado a sus hijas y saber que estaban a salvo que, sin pensarlo, irrumpieron en el granero; al verlos, Julieta y Lulú corrieron, contentas, y se apresuraron a describir la terrible experiencia que habían padecido; asimismo, destacaron la valentía de Benito, quien las había librado de un secuestro que no sabían cómo podría haber terminado. Los padres agradecieron al jardinero, manifestándole que se sentían en deuda con él y que nunca olvidarían lo que había hecho por sus hijas. Luego de beber agua y descansar emprendieron la larga caminata de regreso a su morada.

En la puerta de la granja, Matilda, muy emocionada, dio las gracias a todo el grupo por su valiosa ayuda. ―Queridos amigos ―les dijo―, yo he vivido muchos años y he tenido todo tipo de experiencias; conocí a muchos seres humanos y sé que no todos son nobles, pero siempre debemos creer y confiar en las personas porque en el mundo hay más gente bondadosa que malvada. Luego se despidió de ellos y entró, junto a sus hijos, al corral donde los demás bovinos los esperaban, mugiendo de felicidad, para festejar el reencuentro y disfrutar, unidos, de una opípara cena con deliciosos granos y abundante forraje.

Créditos de la imagen: Pixabay, https://pixabay.com/photos/truck-flowers-display-decoration-1691193/

24 comments

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.