LXIII Edición: Temporada de lluvias

La confesión de Selma

Hace mucho que no se confiesa. Desde antes que empezara la Cuarentena. La iglesia de su barrio en Recoleta cerró, pero el Padre Andrés Tercero habilitó un Grupo de WhatsApp para contención de demonios. Selma estuvo un mes y tuvo que abandonarlo porque ya no soportaba escuchar los audios de las desgracias ajenas. Al principio se sintió egoísta por irse, pero como el egoísmo es uno de sus propios demonios, lo aceptó sin problema. Para excusarse dijo que se estaba quedando un poco ciega, y como mentir es otro de sus males, tampoco se inquietó demasiado por no darle más escucha a Elenita Roque Sean Bares, cuyo drama mayor fue haber subido 6 kilos después de su última lipo. Audios horribles de más de 7 minutos, siempre llorando como si le hubiesen matado a un hijo, y entre mocos gomosos (que evidentemente también pasaban a su sistema digestivo), relataba todo lo que había comido en el día y el dolor de ver cómo los últimos “Paula cahend’anvers” no le subían de la rodilla para arriba. Pero lo peor venía en el rezo comunitario que el Padre Andrés Tercero ofrecía para exorcizarla de las harinas, seguido de un nuevo audio de Elenita diciendo que ya estaba más deshinchada, y que el jean ya había «cedido» y que era un milagro porque hasta le quedaba flojo. A continuación, una lluvia de emoticones de corazón, aplausos, lágrimas y besos. Insostenible.

Así que ahora Selma está sola con Dios y no sabe bien cómo encarar una charla. Se siente realmente estúpida, así, arrodillada en su habitación. Como no quiere que su rezo quede flotando en el aire decide grabarse un audio a sí misma, confiando que el Todopoderoso va a saber que es para él.

No sabe bien si hablarle de vos, así que mantiene una línea respetuosa:

Hola Dios, perdone la hora. Seguramente esté durmiendo ya, pero quería pedirle que cuando escuche mi mensaje, me llame. ¿Hay posibilidad de que le deje mi teléfono? Seguro que ya lo tiene igual. Con un audio cortito estaría perfecto. Sé que está ocupadísimo, pero sólo serían veinte segundos de su tiempo. Como la tecnología avanza la fe también llega por otros medios, e imagino que usted tiene un celular celestial, por eso me animo a pedirle este favor. La verdad es que estoy angustiada, y por más que intento encontrar respuestas en mí, no aparecen, y tampoco me doy mucha maña para buscarlas. No sé si alguna vez le pasó algo así, ¿le pasó?

Le dejo la lista de preguntas, y las que puede me las contesta cuando se levanta, ¿sí? Bueno, gracias, y que sueñe con los angelitos, que debe tener un montón por ahí. .

Selma Linares Pueyrredón

  1. ¿Usted existe realmente? No se lo tome a mal, pero ya somos varios los que dudamos.
  2. ¿Por qué el tiempo pasa cada vez más rápido?
  3. ¿El destino está escrito o lo escribe uno? Creo que eso a nadie le queda claro, así que si puede explayarse le agradecería. En el caso de que lo tenga que escribir yo, si me pasa unos tips sería una bendición.
  4. ¿Es posible que esté siendo feliz y no me dé cuenta? ¿Cómo me doy cuenta? ¿Usted es feliz? Le pregunto porque me da la sensación de que no lo es. Nunca le vi la cara a Dios, o sea, quiero decir, no malinterprete, ¡ay!, qué momento. En verdad no tengo el gusto de conocerlo aún, eso digo, pero a veces parece triste. En la iglesia del Padre Andrés Tercero se lo ve bastante aburrido. Pero no me haga caso igual. Seguro que usted es feliz. Sigo con la siguiente pregunta.
  5. ¿Hacerme vegana me haría sentir mejor conmigo? ¿Puedo comer jamón de vez en cuando? ¿Usted come carne? ¿Cocina? ¿Hay un buen horno ahí arriba? A mí me encanta hacer guisos.
  6. Eso de que el amor todo lo cura, ¿es tan así? Porque si yo, por poner un ejemplo, salgo y me agarro el Corona Virus, pero justo cruzo a la farmacia y me enamoro del señor que atiende, ¿entonces? ¿Por qué no alcanza con querer mucho para curarse?

Selma descruza las manos despacito, como si estuviera cortando la comunicación, y la verdad es que se siente bastante conforme con su mensaje. Apenas puede pegar un ojo esa noche, da mil vueltas, quiere que Dios la conecte. Se para, toma litros de jugo de manzana, revisa si tiene algún WhatsApp nuevo, y hasta decide cambiar el ringtone por uno de campanadas. A las 6 de la mañana se levanta de golpe y ve a su perro masticando su iPhone XXPlus.  La noche anterior, entre tanta confesión, no le dejó comida. Se queda tirada en la cama asimilando la catástrofe, mientras él asimila la pantalla, la funda, el chip y hasta el cargador. En 30 minutos no hay rastro de su teléfono ni de ese audio suplicante. Intenta aceptar con dignidad que ya no va a recibir respuestas de Dios, y el intento funciona porque está demasiado tranquila para ser ella. Aún sabiendo que se perdió la oportunidad de tener una experiencia divina. Aún sabiendo que tampoco puede volver al grupo del Padre Andrés Tercero. Aún sabiendo que teniendo 54 años sabe muy poco de sí misma. Aún de todo, se siente contenta. Mira por la ventana, afuera hace un día hermoso, y por primera vez en muchos años, Selma puede sentirlo.

10 comments

  • Bárbara escribió

    Edith!!
    Qué linda devolución! Gracias por tu detalle sobre lo que te gustó!
    Te mando un beso grande!🌷

  • Edith Vulijscher escribió

    Corrijo el que mencioné como Juan es José que para el caso es lo mismo.

  • Edith Vulijscher escribió

    Barbara, tu cuento es muy muy bueno, de un humor muy fino para delinear un personaje inocente y pareciera con no muchas luces (muy parecido a un tal Juan López, jaja, cuyo nombre y apellido me hacen pensar en que el cobarde esconde su agresividad y mala onda bajo nombre falso). Hay gente que cree adquirir valor denostando a otros y que usan internet para canalizar sus frustraciones y vida vacía. De modo que reitero, tu cuento es muy bueno y el final tiene mucho contenido, contiene una idea que el lector debe interpretar. Fue un gusto leerte. Saludos

  • Bárbara Schtirbu escribió

    José, desde ya muchas gracias por tu comentario, y te paso a detallar los motivos de mi agradecimiento:

    1. Saber que a tus primos les gustó mi cuento, y que lo recomendaron. Deciles que valoro su lindo gesto y buen gusto por la literatura.
    2. Tus palabras me permiten darme cuenta que, hoy más que nunca, tengo que seguir escribiendo, porque eso me ayuda a no pudrirme por dentro, cosa que deberías repensar con tu agresividad innecesaria y poco constructiva.

    Ojalá que en esta vida finita, y que se pasa tan velozmente, puedas dar con algunos sentimientos que evidentemente todavía no te han tocado de cerca. Empatía es uno.

    Saludos desde Buenos Aires.

  • Bárbara Schtirbu escribió

    Selma está encantada con tu comentario, Rafael!!

  • Rafael Rebollar escribió

    Que buena historia y su buenez determinada casi siempre por una magnífica narrativa, gracias Selma

  • Bárbara Schtirbu escribió

    Gracias por tu mirada…la valoro mucho! Un beso

  • Camila escribió

    Coincido con el comentario anterior, la autora tiene una mirada muy original. Y, agregó, dulce y sensible. Hermoso relato

  • Bárbara Schtirbu escribió

    ¡Muchas gracias por tus palabras, Walter! Sí, los girasoles me gustan cada vez más 🙂

  • Walter escribió

    Hermosa historia. Cómo todo arte, detrás de una obra interesante ,hay una artista interesante. Bárbara es ejemplo de una escritora que sin dudas observa girasoles sin pensar en Van Gogh. Un pulso sensible que observa las cosas por el otro lado.